martes, 12 de abril de 2016

Didaché - Sección moral (I - VI)


CAPÍTULO I

La doctrina del Señor para las naciones mediante los Apóstoles.
1. Hay dos caminos: uno de la vida, y otro de la muerte; pero muy grande es la diferencia entre los dos caminos.
2. El camino de la vida, pues, es éste: Primero, amarás a Dios que te creó; y segundo, a tu prójimo como a ti mismo. Y todo lo que no quieras que te suceda a ti, tú tampoco lo hagas a otro.
3. La doctrina de estos dichos es ésta: Bendecid a los que os maldicen, y rogad por vuestros enemigos: ayunad por los que os persiguen. Porque, ¿qué gracia hay en querer a los que os aman? ¿No hacen esto también los gentiles? Vosotros, en cambio amad a los que os odian, y no tendréis enemigo alguno.
4. Abstente de codicias carnales y corporales. Si alguno te diere un golpe en la mejilla derecha, ofrécele también la izquierda, y serás perfecto. Si alguno te forzare a caminar con él una milla, acompáñale otra más. Si alguno te quitare tu capa, dale también tu túnica. Si alguno te tomare lo que es tuyo, no se lo reclames; porque no puedes (hacerlo).
5. Da a todos los que te pidan, y no lo reclames (después). Porque el Padre quiere que se de a todos de sus propias dádivas. ¡Bienaventurado el que da según el mandato, porque es inocente! ¡Ay, empero, del que tome! Porque quien tome por necesidad, es inocente. Mas quien no tuviere necesidad,
habrá de dar cuenta de por qué tomó y para que. Le tomarán preso y le interrogarán de lo que hizo; y no saldrá de allí hasta que haya devuelto el céntimo.
6. De esto también fue dicho: Exudará tu limosna en tus manos hasta que sepas a quien la das.

CAPÍTULO II

1. El segundo mandamiento de la doctrina:
2. No matarás. No cometerás adulterio. No corromperás a los jóvenes. No fornicarás. No hurtarás. No harás brujerías. No prepararás venenos. No cometerás aborto ni infanticidio. No codiciarás los bienes de tu prójimo.
3. No perjurarás. No darás testimonio falso. No hablarás mal (de tu prójimo). No serás vengativo.
4. No serás doble ni bilingüe. Pues, trampa de la muerte es la doblez.
5. Tu palabra no será mentirosa ni vacía, mas llena de obra.
6. No serás avaro, ni rapaz, ni hipócrita, ni malicioso, ni soberbio. No tramarás tretas contra tu prójimo.
7. No odiarás a nadie; sino que reprenderás a unos, tendrás compasión de otros; por otros rogarás, y a otros amarás más que a tu propia alma.

CAPÍTULO III

1. Hijo mío, huye de todo malvado y de todo lo que malvado parezca.
2. No seas iracundo; porque la ira lleva al homicidio. Tampoco seas receloso ni rijador, ni altivo; porque de todas estas cosas se originan homicidios.
3. Hijo mío, no seas concupiscente; porque la concupiscencia lleva a los pecados de la carne; tampoco seas hablador de cosas torpes, ni soberbio de la vista; porque de todo esto nacen adulterios.
4. Hijo mío, no seas agorero; porque esto lleva a la idolatría.
5. Hijo mío, no seas mentiroso, porque la mentira lleva al hurto; tampoco aficionado al dinero, ni vanidoso; porque de todas estas cosas nacen los hurtos.
6. Hijo mío, no seas murmurador; porque lleva a la maledicencia; tampoco arrogante; ni malintencionado: porque de todo esto se originan las maledicencias.
7. Por el contrario, has de ser manso; porque los mansos poseerán la tierra.
8. Sé paciente y misericordioso, sin malicia, quieto y bueno, y temeroso siempre de las palabras que escuchaste.
9. No te ensalces a ti mismo, ni hinches con arrogancia tu alma. Tu corazón no se adhiera a los soberbios, mas se vuelva a los justos y humildes.
10. Todo cuanto suceda has de aceptar por bueno, sabiendo que nada acaece sin Dios.
CAPÍTULO IV

1. Hijo mío, día y noche recuerda a quien te habla de la palabra de Dios, y respétalo como al Señor; porque donde habla la autoridad del Señor, allí está el Señor mismo.
2. Busca cada día los semblantes de los santos para descansar en sus palabras.
3. No desees separaciones (cismas); mas pacifica a los que pelean. Juzgarás con justicia. Tu fallo sobre deslices ha de ser sin acepción de personas.
4. No fluctúes entre el sí y el no.
5. No seas como quien extiende las manos para recibir, y las cierra para no dar.
6. Si tuvieres algo en tus manos, lo darás para la expiación de tus faltas.
7. No tardes en dar, ni des con pesar; pues sabes quien es el que recompensa con sueldo bueno.
8. No huyas del menesteroso, mas compartirás todos tus bienes con tu hermano; no dirás de ninguna cosa: "Esto es mío"; porque, si compartís la suerte inmortal, cuánto más la suerte mortal.
9. No quites tu mano de tu hijo o de tu hija; sino que desde la juventud les enseñarás el temor de Dios.
10. No mandes en tu amargura a tu siervo o a tu sirvienta, que esperan en el mismo Dios, para que no dejen de respetar a Dios que está por encima de ambos. Porque (el divino Salvador) no viene a llamar según la persona, sino a quienes el Espíritu ha preparado.
11. Vosotros, empero, los sirvientes, habéis de obedecer a vuestros amos, como tipo de Dios, con modestia y temor.
12. Tendrás odio a toda hipocresía y a todo lo que no sea
agradable al Señor.
13. No abandones los mandamientos del Señor; mas guarda lo que recibiste, sin añadir ni quitar nada.
14. En la iglesia (asamblea) confiesa tus pecados: y no te acerques a tu oración con mala conciencia. Tal es el camino de la vida.
CAPÍTULO V

1. El camino de la muerte, en cambio, es éste: Sobre todo es malo y lleno de maldición: los asesinatos, adulterios, concupiscencias, fornicaciones, hurtos, idolatrías, brujerías, preparación de venenos, rapiñas, falsos testimonios, hipocresía, doblez de corazón, dolo, malicia, orgullo, avaricia, turpiloquio, envidia, espíritu atrevido, altanería, ostentación.
2. Perseguidores de los buenos, enemigos de la verdad, amantes de la mentira, desconocedores de la retribución de justicia, no aficionados a lo bueno ni al juicio justo, no vigilantes para lo bueno sino para lo malo; alejados de la mansedumbre y la paciencia, amadores de cosas vanas, y ansiosos de remuneraciones, no compasivos del pobre, e indiferentes para con los apenados, desconocedores de su Hacedor, asesinos de sus hijos, corruptores de la criatura de Dios, los que abandonan al necesitado y oprimen al afligido; abogados de los ricos, inicuos jueces de los pobres, versados en todos los pecados: ¡Libraos de toda esta gente, hijos míos!
CAPÍTULO VI

1. Mira que nadie te seduzca de este camino de la Doctrina, cuando te enseñaren cosas sin miras a Dios.
2. Porque, si puedes sobrellevar todo el yugo del Señor, perfecto serás; si, empero, no puedes: haz lo que puedas.



 

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