martes, 17 de noviembre de 2015

Doctrina de hombre


I. El hombre creado a imagen de Dios  

A fin de puntualizar la verdad, este Adán es aquel primer hombre modelado, sobre el cual la Escritura afirma que Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» (Génesis 1:26). Todos los demás descendemos de él. Y, como provenimos de él, por eso llevamos también su nombre. Y si se salva el ser humano, entonces es preciso que también se salve el primero que ha sido modelado. (Ireneo - 180 d.C.)  

Luego el mismo Cristo es, con el Padre, Dios de los vivientes, el que habló a Moisés, el que se manifestó a los padres… (Ireneo - 180 d.C.)  

Pero, como desde el principio el ser humano fue dotado del libre arbitrio, Dios, a cuya imagen fue hecho, siempre le ha dado el consejo de perseverar en el bien, que se perfecciona por la obediencia a Dios. (Ireneo - 180 d.C.)  

Los herejes nos presentan la cuestión de si Adán fue creado perfecto o imperfecto. Porque si lo fue imperfecto, ¿Cómo puede ser imperfecta la obra de un Dios perfecto, y más aún tratándose del hombre? Pero si era perfecto, ¿Cómo traspasó el mandato? Nuestra respuesta es que no fue creado perfecto en su constitución, pero si dispuesto para recibir la perfección. Hay cierta diferencia entre tener capacidad para la virtud y poseerla. Dios quiere que nos salvemos por nosotros mismos, pues ésta es la naturaleza del alma, la de poder moverse por sí misma… todos, como he dicho, están hechos para alcanzar la virtud. Lo que sucede es que unos se entregan más, y otros menos al aprendizaje y a la práctica de la misma. (Clemente de Alejandría - 195 d.C.) 

II. El libre albedrío, la naturaleza y la caída del hombre  

El Espíritu Santo reprende a los hombres porque habiendo sido creados impasibles e inmortales a semejanza de Dios con tal de que guardaran sus mandamientos, y habiéndoles Dios concedido el honor de llamarse hijos suyos, ellos, por querer asemejarse a Adán y a Eva, se procuran a sí mismos la muerte... Queda así demostrado que a los hombres se les concede el poder ser dioses, y que a todos se da el poder ser hijos del Altísimo, y culpa suya es si son juzgados y condenados como Adán y Eva... (Justino Mártir - 160 d.C.) 

El hombre fue creado racional, y por ello semejante a Dios, libre en sus decisiones y con un fin en sí mismo; y si alguna vez se convierte en paja y otra en trigo, es por su propia responsabilidad… (Ireneo - 180 d.C.)  

Esta frase: « ¡Cuántas veces quise recoger a tus hijos, pero tú no quisiste!» (Mateo 23:37), bien descubrió la antigua ley de la libertad humana; pues Dios hizo libre al hombre, el cual, así como desde el principio tuvo alma, también gozó de libertad, a fin de que libremente pudiese acoger la Palabra de Dios, sin que éste lo forzase. Dios, en efecto, jamás se impone a la fuerza, pues en él siempre está presente el buen consejo. Por eso concede el buen consejo a todos. Tanto a los seres humanos como a los ángeles otorgó el poder de elegir - a fin de que quienes le obedecen conserven para siempre este bien como un don de Dios que ellos custodian. En cambio no se hallará ese bien en quienes le desobedecen, y por ello recibirán el justo castigo…
Si, en efecto, unos seres humanos fueran malos por naturaleza y otros por naturaleza buenos, ni éstos serían dignos de alabanza por ser buenos, ni aquéllos condenables, porque así habrían sido hechos. Pero, como todos son de la misma naturaleza, capaces de conservar y hacer el bien, y también capaces para perderlo y no obrarlo, con justicia los seres sensatos (¡Cuánto más Dios!) alaban a los segundos y dan testimonio de que han decidido de manera justa y han perseverado en el bien… (Ireneo - 180 d.C.)  

¿Cómo podrías hacerte dios, si primero no te haces un ser humano? ¿Cómo pretendes ser perfecto, si fuiste creado en el tiempo? ¿Cómo sueñas en ser inmortal, si en tu naturaleza mortal no has obedecido a tu Hacedor? Es, pues, necesario que primero observes tu orden humano, para que en seguida participes de la gloria de Dios… (Ireneo - 180 d.C.)  

Mas, como Dios es veraz, y en cambio la serpiente es mentirosa, los efectos probaron que la muerte sería la consecuencia si ellos comían. Al mismo tiempo ellos gustaron del bocado y de la muerte; porque comieron por desobediencia, y la desobediencia produce la muerte. Por eso fueron ellos entregados a la muerte, pues se hicieron sus deudores… (Ireneo - 180 d.C.)  

El hombre no cumplió el mandato sino que desobedeció a Dios. El ángel lo sedujo, celoso y envidioso del hombre por los numerosos dones con que Dios le había colmado. Y al persuadirle la desobediencia al mandato divino, provocó su propia ruina al mismo tiempo que hacía al hombre pecador. El ángel, convertido así en jefe y guía del pecado, fue castigado por haber ofendido a Dios, y consiguió al mismo tiempo que el hombre fuera expulsado del Jardín… Y al hombre le expulsó de su presencia, le transfirió y le hizo habitar entonces en el camino que conduce al Jardín, ya que el Jardín no admite al pecador… (Ireneo - 180 d.C.)  

Y porque, envueltos todos en la creación originaria de Adán, hemos sido vinculados a la muerte, por causa de su desobediencia, era conveniente y justo que, por obra de la obediencia de quien se hizo hombre por nosotros, fueran rotas las [cadenas] de la muerte. Y porque la muerte reinaba sobre la carne, era preciso que fuera abolida por medio de la carne, y que el hombre fuera liberado de su opresión… (Ireneo - 180 d.C.) 

Habiendo Dios puesto al hombre en el paraíso para que lo trabajara y lo guardara... le mandó que comiera de todos los frutos y, naturalmente, también del árbol de la vida, sólo le mandó que no comiera del árbol de la ciencia. Y Dios lo trasladó de la tierra de la que había sido creado al paraíso, para que pudiera programar, y para que, creciendo y llegando a ser perfecto y hasta declarado dios, llegara a subir al cielo, poseyendo la inmortalidad, ya que el hombre fue creado en condición intermedia, ni del todo mortal ni simplemente inmortal, sino capaz de lo uno y de lo otro... Pero por su edad Adán era todavía niño, y por eso no podía recibir la ciencia de modo debido… Además, quería probarle para ver si era obediente a su mandamiento, y quería también que permaneciera más tiempo sencillo e inocente en condición de niño… Ahora bien, si los hijos han de someterse a sus padres, mucho más a Dios, Padre del universo… Así fue la desobediencia la que hizo que el primer hombre fuera arrojado del paraíso: no es que el árbol de la ciencia tuviera nada malo, sino que como consecuencia de la desobediencia el hombre se atrajo los trabajos, el dolor, la tristeza, cayendo finalmente bajo la muerte… (Teófilo - 180 d.C.)  

Por tanto, no lo hizo ni mortal ni inmortal, sino... capaz de una cosa y de otra: de esta suerte, si el hombre se inclina a la inmortalidad guardando el mandamiento de Dios, recibiría de él como recompensa la inmortalidad y llegaría a ser dios; pero si, desobedeciendo a Dios, se entregaba a las cosas de la muerte, él mismo sería responsable de su propia muerte. Ahora bien, lo que el hombre perdió para sí por su descuido y desobediencia, eso mismo le regala Dios ahora por su amor y misericordia, con tal de que el hombre le obedezca… (Teófilo - 180 d.C.)  

Cuando David dice: «En pecado fui concebido, y mi madre me engendró en la iniquidad» (Salmos 50:7), habla en lenguaje profético refiriéndose a la madre Eva; pero Eva es «madre de vivientes» (Génesis 3:20), y aunque él fuera concebido en el pecado, no por ello él mismo está en pecado ni es él mismo pecado. Todo el que se convierte del pecado a la fe, se convierte de las costumbres de pecador, que son como una madre, a la vida… (Clemente de Alejandría - 195 d.C.)  

Ni alabanza ni condenación, ni recompensa ni castigo, sería justo si el hombre no tuviera el poder de escoger [lo bueno] y evitar [lo malo], si el pecado fuera involuntario… (Clemente de Alejandría - 195 d.C.)  

Considera, si te place, los beneficios divinos, remontándote a los comienzos. El primer hombre, cuando jugaba libremente en el paraíso, era todavía un niño pequeño de Dios. Pero cuando, sucumbiendo al placer—porque la serpiente significa el placer que se arrastra sobre el vientre, el vicio terrenal vuelto hacia la materia—se dejó seducir por la concupiscencia, el niño se hizo hombre con la desobediencia y se rebeló contra su padre, y se sintió avergonzado delante de Dios. Tal fue la fuerza del placer…. (Clemente de Alejandría - 195 d.C.)  

Estos son vuestros argumentos, que siempre andáis royendo como huesos: «Si Dios es bueno, y sabe lo que ha de suceder, y tiene poder para evitar el mal, ¿por qué toleró que el hombre, imagen y semejanza suya y aun de su misma sustancia en lo que al alma se refiere, fuese engañado por el diablo hasta el punto de que cayera en la muerte por no obedecer a la ley? Porque si Dios es bueno, no podía querer que esto sucediera; si conoce el futuro, sabía que esto tenía que suceder; si tenía poder para ello, debía haberlo evitado. De esta suerte, dadas estas tres propiedades de la majestad divina, nunca debiera haber sucedido lo que era incompatible con ellas. Por el contrario, si realmente sucedió así, es evidente que no podemos creer que Dios sea bueno, ni conocedor del futuro ni todopoderoso... el hombre fue hecho por Dios como ser libre, capaz de arbitrio y decisión propia: precisamente es en esto donde más en particular se manifiesta que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios… (Tertuliano - 197 d.C.)  

Definimos el alma humana como nacida del soplo de Dios, inmortal, incorpórea, de forma humana, simple en su sustancia, consciente de sí misma, capaz de seguir varios cursos, dotada de libre arbitrio, sometida a circunstancias externas, mudable en sus capacidades, racional, dominadora, capaz de adivinación y procedente de un tronco común… (Tertuliano - 197 d.C.)  

No hay hombre a quien no se le pegue un espíritu malvado que le está acechando desde las mismas puertas del nacimiento... En el parto de todos los hombres interviene la idolatría... Por lo demás. El Apóstol tenía presente la clara palabra del Señor: «Si uno no nace del agua y del Espíritu, no entrará en el reino de Dios» (Juan 3:5). Por tanto, toda alma ha de considerarse incluida en el estado de Adán en tanto no es incluida en el nuevo estado de Cristo. Hasta que no adquiere este nuevo estado, es inmunda, siendo objeto de ignominia en asociación con la carne… (Tertuliano - 197 d.C.)  

Con todo, sigue habiendo el bien en el alma, a saber, aquel bien original, divino y genuino que es propiamente suyo por naturaleza. Porque lo que procede de Dios propiamente no queda destruido, sino entenebrecido, ya que, en efecto, puede ser entenebrecido, puesto que no es Dios, pero no puede ser destruido, porque procede de Dios. (Tertuliano - 197 d.C.)

 

 

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