Después
de Domiciano reinó un solo año, Nerva, quien, habiendo llamado a Juan de la
isla de Patmos, le permitió habitar en Éfeso, siendo entonces el único
superviviente de los doce discípulos, y habiendo escrito el Evangelio que lleva
su nombre, alcanzó la gracia del martirio.
En
efecto, Papías, obispo de Hierápolis, que fue testigo de vista, dice en el
libro II de las Sentencias del Señor que fue muerto por los judíos, con lo que
cumplió, juntamente con su hermano, la profecía que acerca de esto les hiciera
el Señor y la confesión y aceptación por parte de ellos. Y fue así que
habiéndoles dicho el Señor: ¿Pueden beber el cáliz que yo bebo?, y contestando
ellos animosamente que sí y aceptando, replicó el Señor: Mi cáliz lo beberán, y
con el bautismo con que he de bañarme yo, se bañaran ustedes también. Y con razón
(sucedió como Papías cuenta); pues es imposible que Dios mienta.
Así
lo afirma también el erudito Orígenes en su interpretación del Evangelio de
Mateo, afirmando que Juan sufrió el martirio, dejando entender que recibió esta
noticia de los sucesores de los Apóstoles. Y también el doctísimo Eusebio dice,
en su Historia Eclesiástica (III, 1): "A Tomás le tocó en suerte la
Partia, a Juan el Asia, donde, habiendo vivido, terminó su vida en Éfeso."
(Papías - 120 d.C.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario