Noé
predicó el arrepentimiento, y los que le obedecieron se salvaron. Jonás predicó
la destrucción para los hombres de Nínive; pero ellos, al arrepentirse de sus
pecados, obtuvieron el perdón de Dios mediante sus súplicas y recibieron
salvación, por más que eran extraños respecto a Dios… Fijemos nuestros ojos en
aquellos que ministraron de modo perfecto a su gloria excelente. Miremos a
Enoc, el cual, habiendo sido hallado justo en obediencia, fue arrebatado al
cielo y no fue hallado en su muerte. Noé, habiendo sido fiel en su ministerio,
predicó regeneración al mundo, y por medio de él el Señor salvó a las criaturas
vivientes que entraron en el arca de la concordia. (Clemente de Roma - 30-100
d.C.)
De
entre los hijos de Noé, uno cayó en maldición, mientras que los dos restantes
recibieron la bendición pos sus obras. Pues el más joven de entre ellos,
llamado Cam, por haberse reído de su padre y haber sido condenado por pecado de
impiedad a causa de ultraje e ignominia para con su padre, se atrajo una
maldición que le trasmitió a toda su descendencia. Resultó por ello que toda la
raza que le siguió fue maldita y en este pecado creció y se multiplicó. En
cambio Sem y Jafet, sus hermanos, por razón de su piedad con el padre,
obtuvieron una bendición. He aquí los términos de la maldición lanzada por Noé sobre
Cam: Maldito sea el joven Cam. Sea el siervo de sus hermanos (Génesis 9:25).
Cuando alcanzó la edad adulta, tuvo sobre la tierra una posteridad numerosa
como una floresta, desarrollándose por catorce generaciones de descendientes,
hasta que, tras haber sido condenada, fue sesgada por Dios. De hecho los
cananeos, los jeteos, los fereceos, los jeveos, los amorreos, los jebuseos, los
jergeseos, los sodomitas, los árabes, los habitantes de Fenicia, todos los
egipcios y los libios descienden de Cam y cayeron bajo la maldición, la cual se
extendió ampliamente sobre los impíos. Ireneo (180 d.C.)
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