Miren cómo dice: No me son aceptables sus sábados de ahora, sino el que yo he hecho, aquél en que, haciendo descansar todas las cosas, haré el principio de un día octavo, es decir, el principio de otro mundo. Por eso justamente nosotros celebramos también el día octavo (El Domingo) con regocijo, por ser día en que Jesús resucitó de entre los muertos y, después de manifestado, subió a los cielos. (Bernabé 150 d.C.)
Así
pues, si los que habían andado en prácticas antiguas alcanzaron una nueva
esperanza, sin observar ya los sábados, sino moldeando sus vidas según el día
del Señor, en el cual nuestra vida ha brotado por medio de Él. (Ignacio 50-100
d.C.)
El
día que se llama del sol [el domingo], se celebra una reunión de todos los que
viven en las ciudades o en los campos… Celebramos esta reunión general el
domingo, por ser el primero, en que Dios, transformando las tinieblas y la
materia, hizo el mundo; y también porque es el día en que Jesucristo, Nuestro
Salvador, resucitó de entre los muertos; pues hay que saber que le entregaron
en el día anterior al de Saturno [sábado], y en el siguiente—que es el día
domingo—, apareciéndose a sus Apóstoles y discípulos, nos enseñó esta misma
doctrina que exponemos a vuestro examen. (Justino Mártir 160 d.C.)
Consideramos
como prohibido ayunar o hacer oración de rodillas en domingo, y el mismo
privilegio disfrutamos desde el día de Pascua al de Pentecostés… (Tertuliano 197
d.C.)
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