lunes, 20 de abril de 2015

Divisiones de la Iglesia


No formarás divisiones, sino que guardarás la paz, tratando (le reconciliar a los que luchan. (Bernabé 150 d.C.)

Les había sido concedida toda gloria y prosperidad, y así se cumplió lo que está escrito: Mi amado comió y bebió y prosperó y se llenó de gordura y empezó a dar coces. Por ahí entraron los celos y la envidia, la discordia y las divisiones, la persecución y el tumulto, la guerra y la cautividad. Y así los hombres empezaron a agitarse: los humildes contra los honorables, los mal reputados contra los de gran reputación, los necios contra los sabios, los jóvenes contra los ancianos. Por esta causa la justicia y la paz se han quedado a un lado, en tanto que cada uno ha olvidado el temor del Señor y quedado ciego en la fe en Él, no andando en las ordenanzas de sus mandamientos ni viviendo en conformidad con Cristo, sino cada uno andando en pos de las concupiscencias de su malvado corazón, pues han concebido unos celos injustos e impíos, por medio de los cuales también la muerte entró en el mundo. (Clemente de Roma 30-100 d.C.)  

¿Por qué hay, pues, contiendas e iras y disensiones y facciones y guerra entre ustedes? ¿No tenemos un solo Dios y un Cristo y un Espíritu de gracia que fue derramado sobre nosotros? ¿Y no hay una sola vocación en Cristo? ¿Por qué, pues, separamos y dividimos los miembros de Cristo, y causamos disensiones en nuestro propio cuerpo, y llegamos a este extremo de locura, en que olvidamos que somos miembros los unos de los otros? Recuerden las palabras de Jesús nuestro Señor; porque Él dijo: ¡Ay de este hombre; mejor sería para él que no hubiera nacido, que el que escandalice a uno de mis elegidos! Sería mejor que le ataran del cuello una piedra de molino y le echaran en el mar que no que trastornara a uno de mis elegidos. Vuestra división ha trastornado a muchos; ha sido causa de abatimiento para muchos, de duda para muchos y de aflicción para todos. Y vuestra sedición sigue todavía. (Clemente de Roma 30-100 d.C.)  

¿Quién hay, pues, noble entre ustedes? ¿Quién es compasivo? ¿Quién está lleno de amor? Que diga: si por causa de mí hay facciones y contiendas y divisiones, me retiro, me aparto adonde quieran, y hago lo que está ordenado por el pueblo: con tal que el rebaño de Cristo esté en paz con sus presbíteros debidamente designados. El que haga esto ganará para sí un gran renombre en Cristo, y será recibido en todas partes; porque la tierra es del Señor y suya es la plenitud de la misma. Esto es lo que han hecho y harán los que viven como ciudadanos de este reino de Dios, que no da motivo de arrepentirse de haberlo hecho. (Clemente de Roma 30-100 d.C.)  

Como hijos, pues, [de la luz] de la verdad, evitad las divisiones y las doctrinas falsas; y allí donde está el pastor, síganle como ovejas. Absteneos de las plantas nocivas, que no son cultivadas por Jesucristo, porque no son plantadas por el Padre. No que haya hallado divisiones entre ustedes, pero sí filtración. Porque todos los que son de Dios y de Jesucristo están con los obispos; y todos los que se arrepientan y entren en la unidad de la Iglesia, éstos también serán de Dios, para que puedan vivir según Jesucristo. No os dejen engañar, hermanos míos. Si alguno sigue a otro que hace un cisma, no heredará el reino de Dios. Si alguno anda en doctrina extraña, no tiene comunión con la pasión. (Ignacio 50-100 d.C.)  

Son en verdad infelices, pues al elegir ser falsos profetas, rechazan la gracia de la profecía en la Iglesia. Se parecen a aquellos que, para evitar mezclarse con los hipócritas que vienen a la Iglesia, se abstienen también de la comunión con los hermanos. (Ireneo 180 d.C.)
 

 

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