miércoles, 15 de abril de 2015

Fe apostólica


…Y si se daba el caso de venir alguno de los que habían seguido a los ancianos, yo trataba de discernir los discursos de los mismos ancianos: qué habían dicho Andrés, qué Pedro, qué Tomás o Santiago, o Juan o Mateo, o cualquier otro de los discípulos del Señor, y lo que dicen Aristión y el anciano Juan, discípulos del Señor. Porque no pensaba yo que los libros pudieran serme de tanto provecho como lo que viene de la palabra viva y permanente." (Papías 120 d.C.)  

La Iglesia, extendida por el orbe del universo hasta los confines de la tierra, recibió de los Apóstoles y de sus discípulos la fe en un solo Dios Padre Soberano universal «que hizo los cielos y la tierra y el mar y todo cuanto hay en ellos» y en un solo Jesucristo Hijo de Dios, encarnado por nuestra salvación y en el Espíritu Santo, que por los profetas proclamó… (Ireneo 180 d.C.)  

Como antes hemos dicho, la Iglesia recibió esta predicación y esta fe, y, extendida por toda la tierra, con cuidado la custodia como si habitara en una sola familia. Conserva una misma fe, como si tuviese una sola alma y un solo corazón y la predica, enseña y transmite con una misma voz, como si no tuviese sino una sola boca. (Ireneo 180 d.C.)  

Porque en la Iglesia universal se conserva la única y misma fe en todo el mundo, como ya hemos dicho. (Ireneo 180 d.C.)  

(La Iglesia) luchando por la única verdadera fe, fuente de vida, que, recibida de los Apóstoles, la Iglesia esparce. Porque, en efecto, el Señor de todas las cosas dio a sus Apóstoles el poder de (predicar) el Evangelio. Por ellos hemos conocido la verdad, me refiero a la doctrina del Hijo de Dios. A ellos el Señor les dijo: «Quien les oye a ustedes, a mí me oye; y quien les desprecia, a mí es a quien desprecia y a aquel que me envió». (Ireneo 180 d.C.)

 

 

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