…con
todo, no soy yo, sino Jesucristo; y el llevar sus cadenas aún me produce más
temor, por cuanto aún no he sido perfeccionado. Pero vuestras oraciones me
harán perfecto [hacia Dios], refugiándome en el Evangelio como la carne de
Jesús. (Ignacio 50-100 d.C.)
Siendo
así que son perfectos, que sus consejos sean también perfectos; porque si
desean hacer bien, Dios está dispuesto a conceder los medios. (Ignacio 50-100
d.C.)
Oren
también por los reyes y potentados y príncipes, y por los que os persiguen y
aborrecen, y por los enemigos de la cruz, que vuestro fruto pueda ser
manifiesto entre todos los hombres, para que puedan ser perfeccionados en Él. (Policarpo
135 d.C.)
Son,
pues, perfectos quienes tuviesen en sí de modo permanente al Espíritu de Dios,
conservando sin mancha el cuerpo y el alma. Al decir «de Dios», se refiere a
los que conservan la fe en Dios, y mantienen la justicia respecto a su prójimo…
(Ireneo 180 d.C.)
Los
herejes nos presentan la cuestión de si Adán fue creado perfecto o imperfecto.
Porque si lo fue imperfecto, ¿cómo puede ser imperfecta la obra de un Dios
perfecto, y más aún tratándose del hombre? Pero si era perfecto, ¿cómo traspasó
el mandato? Nuestra respuesta es que no fue creado perfecto en su constitución,
pero si dispuesto para recibir la perfección. Hay cierta diferencia entre tener
capacidad para la virtud y poseerla. Dios quiere que nos salvemos por nosotros
mismos, pues ésta es la naturaleza del alma, la de poder moverse por sí misma…
todos, como he dicho, están hechos para alcanzar la virtud. Lo que sucede es
que unos se entregan más, y otros menos al aprendizaje y a la práctica de la
misma. (Clemente de Alejandría 195 d.C.)
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