jueves, 16 de abril de 2015

Profetas


I. La profecía en la iglesia primitiva  

Porque, cuando estuve entre vosotros, clamé, hablé en voz alta, con la voz propia de Dios: Prestad atención al obispo y al presbiterio y a los diáconos. Pese a ello, había algunos que sospechaban que yo decía esto porque conocía de antemano la división de algunas personas. Pero Aquel por quien estoy atado me es testigo de que no lo supe por medio de carne de hombre; fue la predicación del Espíritu que hablaba de esta forma… (Ignacio 50-100 d.C.)  

Ahora bien, el glorioso Policarpo… quedó con unos pocos compañeros, no haciendo otra cosa noche y día que orar por todos los hombres y por las iglesias por todo el mundo; porque ésta era su costumbre constante. Y mientras estaba orando tuvo una visión tres días antes de su captura; y vio que su almohada estaba ardiendo. Y se volvió y dijo a los que estaban con él: «Es necesario que sea quemado vivo.» (Martirio de Policarpo 155 d.C.)  

Pablo; pues en la Carta a los Corintios escribió con precisión acerca de los carismas proféticos, y reconoció que hay en la Iglesia hombres y mujeres que profetizan… (Ireneo 180 d.C.)  

También nosotros hemos oído a muchos hermanos en la Iglesia, que tienen el don de la profecía, y que hablan en todas las lenguas por el Espíritu… (Ireneo 180 d.C.)  

II. Como distinguir entre un verdadero profeta y uno falso  

Si alguien viniese de fuera para enseñarle todo esto, recíbanlo. Pero si resultare ser un doctor extraviado, que les dé otras enseñanzas para destruir su fe, no le oigan. Si por el contrario, se propusiese hacerles regresar en la senda de la justicia y del conocimiento del Señor, recíbanlo como recibirían al Señor. Vean ahí como según los preceptos del Evangelio deben portarse con los apóstoles y profetas. Reciban en nombre del Señor a los apóstoles que les visitaren, en tanto permanecieren un día o dos entre ustedes: el que se quedare durante tres días, es un falso profeta. Al salir el apóstol, deben proveerle de pan para que pueda ir a la ciudad donde se dirija: si pide dinero, es un falso profeta. Al profeta que hablare por el espíritu, no le juzgarán, ni examinarán; porque todo pecado será perdonado, menos éste. Todos los que hablan por el espíritu; no son profetas, solo lo son, los que siguen el ejemplo del Señor. Por su conducta, podrán distinguir al verdadero y al falso profeta. El profeta, que hablando por el espíritu, ordenare la mesa y comiere de ella, es un falso profeta. El profeta que enseñare la verdad, pero no hiciere lo que enseña, es un falso profeta. El profeta que fuere probado ser verdadero, y ejercita su cuerpo para el misterio terrestre de la Iglesia, y que no obligare a otros a practicar su ascetismo, no le juzguen, porque Dios es su juez: lo mismo hicieron los antiguos profetas. Si alguien, hablando por el espíritu, les pidiere dinero u otra cosa, no le hagáis caso; pero si aconseja se dé a los pobres, no le juzguen. A todo el que fuere a ustedes en nombre del Señor, recibidle, y pruébenlo después para conocerle, puesto que deben tener suficiente criterio para conocer a los que son de la derecha y los que pertenecen a la izquierda. Si el que viniere a ustedes, fuere un pobre viajero, socórranlo cuanto puedan; pero no debe quedarse en su casa más de dos o tres días. Si quisiere permanecer entre ustedes como artista, que trabaje para comer; si no tuviese oficio ninguno, procuren según su prudencia a que no quede entre ustedes ningún cristiano ocioso. Si no quisiere hacer esto, es un negociante del cristianismo, del cual os alejaréis. El verdadero profeta, que quisiere fijar su residencia entre ustedes, es digno del sustento; porque un doctor verdadero, es también un artista, y por tanto digno de su alimento. (Didaché 80-140 d.C.)  

El falso profeta, no teniendo poder de un Espíritu divino en sí, habla con ellos en concordancia con sus preguntas [y en concordancia con las concupiscencias de su maldad], y llena sus almas según ellos desean que sean llenadas. Porque, siendo vacío él mismo, da respuestas vacías a los inquiridores vacíos… Pero dice también algunas palabras de verdad; porque el diablo le llena de su propio espíritu, por si acaso le es posible abatir a algunos de los justos. .. (Hermas 150 d.C.)  

«Escucha», me contestó, «respecto a estos dos profetas; y, como te diré, así pondrás a prueba al profeta y al falso profeta. Por medio de su vida pon a prueba al hombre que tiene el Espíritu divino. En primer lugar, el que tiene el Espíritu [divino], que es de arriba, es manso y tranquilo y humilde, y se abstiene de toda maldad y vano deseo de este mundo presente, y se considera inferior a todos los hombres, y no da respuesta a ningún hombre cuando inquiere de él, ni habla en secreto (porque tampoco habla el Espíritu Santo cuando un hombre quiere que lo haga), sino que este hombre habla cuando Dios quiere que lo haga. Así pues, cuando el hombre que tiene el Espíritu divino acude a una asamblea de hombres justos, que tienen fe en el Espíritu divino, y se hace intercesión a Dios en favor de la congregación de estos hombres, entonces el ángel del espíritu profético que está con el hombre llena al hombre, y éste, siendo lleno del Espíritu Santo, habla a la multitud, según quiere el Señor… «Respecto al espíritu terreno y vano, que no tiene poder, sino que es necio. En primer lugar, este hombre que parece tener un espíritu, se exalta a sí mismo, y desea ocupar un lugar principal, e inmediatamente es imprudente y desvergonzado y charlatán y habla familiarizado en -muchas cosas lujuriosas y muchos otros engaños, y recibe dinero por su actividad profética, y si no lo recibe, no profetiza. Por lo tanto, pon a prueba, por su vida y sus obras, al hombre que dice que es movido por el Espíritu. (Hermas 150 d.C.)  

En cambio, los falsos profetas, llenos del espíritu embustero e impuro, no hicieron ni hacen caso, sino que se atreven a realizar ciertos prodigios para espantar a los hombres y glorificar a los espíritus del error y a los demonios. (Justino Mártir 160 d.C.)  

Ella entonces se siente profetisa… y en agradecimiento no sólo le da una gran parte de sus riquezas, de donde él amontona una buena cantidad de dinero; sino que también le entrega su cuerpo deseando estar unida íntimamente con él... Otras mujeres más fieles, llevadas por el temor de Dios, no se dejan seducir. Cuando él las ha intentado seducir como a las otras, mandándoles que profeticen, se han alejado de este hombre fuera de sí lanzándole insultos y anatemas… Dios concede esta gracia desde lo alto a quienes él quiere; y quienes reciben de Dios este don, hablan donde y cuando Dios quiere, no cuando Marcos ordena. (Ireneo 180 d.C.)  

También juzgará a los falsos profetas, los cuales, no temiendo a Dios ni aceptando de Dios el don de la profecía, fingen profetizar, mintiendo contra Dios, o por vanagloria, o por interés de ganancias, o por influjo del mal espíritu. (Ireneo 180 d.C.)  

III. Los profetas del antiguo testamento  

Los profetas divinos vivían según Cristo Jesús. Por esta causa también fueron perseguidos, siendo inspirados por su gracia a fin de que los que son desobedientes puedan ser plenamente persuadidos de que hay un solo Dios que se manifestó a través de Jesucristo. (Ignacio 50-100 d.C.)  

Porque la profecía es la predicción de cosas futuras, es decir, el preanuncio de cosas que sólo después serán reales. Los profetas predecían que los hombres habrían de ver a Dios… (Ireneo 180 d.C.)  

Y, como antes dije, los profetas explicaban por medio de figuras que verían a Dios todos los hombres portadores de su Espíritu, que sin desmayar esperan su venida. Así como enseña Moisés en el Deuteronomio: «En aquel día veremos que Dios hablará al hombre, y éste vivirá» (Deuteronomio 5:24). Pues algunos de ellos veían al Espíritu profético y sus obras, que impregnaban todos los tipos de sus dones. Otros veían la venida del Señor, y toda su Economía desde sus inicios, por medio de la cual cumplió la voluntad celestial y terrena del Padre. Otros veían las glorias del Padre, de manera adaptada a los que entonces las contemplaban y escuchaban, y a los hombres que en el futuro habrían de oír hablar de ellas. (Ireneo 180 d.C.)  

El Espíritu de Dios anunció el futuro mediante los profetas, preparándonos y moldeándonos para que fuésemos súbditos de Dios; pues había de suceder que el hombre, por beneplácito del Espíritu Santo, contemplase (a Dios). (Ireneo 180 d.C.)  

Los profetas profetizaban no sólo por la palabra, sino también por sus visiones, por su conducta y por las acciones que realizaban según el Espíritu les sugería. De esta manera veían al Dios invisible, como dice Isaías: «Vi con mis ojos al Señor de los Ejércitos» (Isaías 6:5). Con esto dio a entender que el ser humano verá a Dios con sus ojos y escuchará su voz. De esta manera veían al Hijo de Dios hecho hombre conversar con los seres humanos (Baruc 3:38), y así anunciaron lo que había de venir, hablando como presente de aquel que aún no lo estaba… Ellos veían visiblemente lo que un día habría de ser visto, proclamaban con la palabra lo que un día habría de ser oído, y realizaban con acciones aquello que un día habría de llevarse a cabo: de este modo anunciaban todas las cosas de modo profético. Por eso Moisés decía al pueblo infiel a la Ley, que Dios era un fuego… (Ireneo 180 d.C.)  

Dios, no sólo usó el servicio de los profetas para anunciar de antemano y prefigurar la salvación futura, por medio de las visiones que veían y los discursos que predicaban, sino también a través de sus acciones. (Ireneo 180 d.C.)  

Por eso el profeta Daniel decía: «Oculta las palabras y sella el libro hasta el tiempo final, hasta que muchos aprendan y se cumpla lo que saben. Pues, cuando la persecución haya llegado a su fin, se sabrán todas estas cosas» (Daniel 12:4.7). Y Jeremías dice: «Estas cosas se comprenderán al final de los tiempos» (Jeremías 23:20). En efecto, cualquier profecía es para los seres humanos enigmática y ambigua hasta que se cumple; mas cuando llega el tiempo y sucede lo profetizado, entonces se pueden explicar las profecías claramente. (Ireneo 180 d.C.)  

Los profetas, en efecto, junto con muchas otras profecías también anunciaron este hecho: que aquellos sobre los cuales reposara el Espíritu de Dios, obedecieran a la Palabra del Padre y lo sirvieran según sus fuerzas, habrían de sufrir la persecución, serían lapidados y asesinados. Y los profetas mismos se convirtieron en una figura de todo esto, por el amor a Dios y por su Palabra. (Ireneo 180 d.C.)

 

 

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