lunes, 13 de abril de 2015

Salud


Les ruego tengan extrema solicitud de las viudas, de los enfermos y de todos los necesitados. Pero aun para los forasteros, si fueren necesitados, tomen socorros de mi peculio que dejé en poder de Rogaciano, nuestro co presbítero… Pero como veo que no hay ocasión de reunirme con ustedes, y ya ha empezado el verano, en el que suelen atacar las enfermedades graves y frecuentes, considero que se ha de ayudar a los hermanos. Así que los que recibieron billetes de recomendación de los mártires y pueden ser ayudados por su intercesión ante Dios, si se vieren en trance de peligro o de enfermedad, sin esperar mi presencia, pueden cumplir su arrepentimiento de su delito ante cualquier presbítero presente, o, si no se encontrare un presbítero y urgiera el peligro de muerte, ante un diácono también, a fin de que, impuesta la mano como signo de reconciliación, vayan al Señor con la paz que nos solicitaron los mártires se les concediera en sus cartas… (Cipriano 250 d.C.)  

Les molesta a algunos que el poder de la enfermedad nos ataque a nosotros de la misma manera que ataca a los paganos. [Es] como si el cristiano creyera en disfrutar de los placeres de este mundo y escapar de las enfermedades, en lugar de soportar las adversidades aquí y esperar los goces venideros. Mientras permanezcamos sobre la tierra, pasaremos por las mismas tribulaciones que los demás de la raza humana, aunque vivamos separados de ellos en espíritu… Así como cuando la tierra se hace estéril y no hay cosecha, el hambre no hace acepción de personas. Cuando un ejército enemigo captura una ciudad, todos son llevados cautivos sin distinción. Cuando las bellas nubes no dan su agua, la sequía afecta a todos por parejo… Padecemos de enfermedades de los ojos, de fiebre, y de debilidad del cuerpo, en la misma manera que los demás… (Cipriano 250 d.C.)
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario