…he
aquí, vino hacia mí una virgen ataviada como si saliera de la cámara nupcial,
toda blanca y con sandalias blancas, velada hasta la frente, y la cobertura de
su cabeza era un turbante… (Hermas 150 d.C.)
Se
ha establecido por mandato que (la mujer) se cubra la cabeza con un velo y
también se cubra la cara. Porque es una cosa de impiedad que la belleza sea un
tropiezo para el hombre. (Clemente de Alejandría 195 d.C.)
Que
las mujeres entiendan esto. Que deben cubrirse por completo a menos que estén
en su casa. Porque esta forma de vestir es sobrio y las proteja de ser
miradas... La mujer cristiana nunca caerá si pone delante de sus ojos la
modestia y el velo. Tampoco será causa de tropiezo para el hombre por
descubrirse el rostro. Por tanto, es la voluntad de la palabra que se deba orar
con el velo. (Clemente de Alejandría 195 d.C.)
“Por
causa de los ángeles”; al decir “ángeles” se está refiriendo a los hombres
justos y virtuosos. Que use el velo para no ser causa de tropiezo y guíe a la
fornicación. (Clemente de Alejandría 195 d.C.)
Este
asunto ha entendido bien los corintios mismos. De hecho, hasta este mismo día
las vírgenes (igual que las mujeres) se cubren con el velo. Los discípulos
aprueban lo que los apóstoles mandaron. (Tertuliano 160–222 d.C.)
Sepan
que se trata de la cabeza entera. La región que se debe cubrir con el velo,
ocupa el mismo espacio que el cabello cuando éste se halla suelto. (Tertuliano 160–222
d.C.)
Las
mujeres paganas de Arabia te juzgarán. Porque no solo cubren la cabeza, sino la
cara también. (Tertuliano 160–222 d.C.)
La
mujer no debe presentarse con la cabeza descubierta. (Tertuliano 160–222 d.C.)
Pero
amonestamos a las mujeres que no dejen esta disciplina del velo ni por un
momento, ni siquiera por una hora… (Tertuliano 160–222 d.C.)
Te
ruego, seas tú madre, o hermana, o hija virgen, cubre tu cabeza… (Tertuliano 160–222
d.C.)
Que
todas las mujeres tengan la cabeza cubierta con una tela opaca, que no sea un
velo transparente, porque eso no cubre en verdad. (Hipólito 200 d.C.)
¿Qué
hará la mujer cristiana si descuidara esta ordenanza? ¿Callará la oración
espontánea de agradecimiento? ¿Se enfrentará a la tentación sin el arma de la
oración? ¿Dejará de cumplir con su Señor, privando a un alma necesitada de un
testimonio? ¿Desafiará al Señor y menospreciará su mandato, orando y
testificando sin el velo? ¿Deshonrará a su Señor o usará el velo durante todo
el día para así encontrarse todo el tiempo en comunión con su Dios, dispuesta
para testificar? (Crisóstomo 344–407 d.C.)
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