Que
ninguno les engañe… Pero observen bien a los que sostienen doctrina extraña
respecto a la gracia de Jesucristo que vino a ustedes, que éstos son contrarios
a la mente de Dios. No les importa el amor, ni la viuda, ni el huérfano, ni el
afligido, ni el preso, ni el hambriento o el sediento. (Ignacio 50-100 d.C.)
Saludo
a las casas de mis hermanos con sus esposas e hijos, y a las vírgenes que son
llamadas viudas. (Ignacio 50-100 d.C.)
Que
no se descuide a las viudas. Después del Señor sé tú su protector. (Ignacio 50-100
d.C.)
(Los
cristianos) Se contienen de toda unión ilegítima y de toda impureza... No
desprecian a la viuda, no contristan al huérfano; el que tiene, le suministra
abundantemente al que no tiene. Si ven a un forastero, le acogen bajo su techo
y se alegran con él como con un verdadero hermano. Porque no se llaman hermanos
según la carne, sino según el alma... (Arístides 125 d.C.)
Nuestras
viudas deben ser sobrias en lo que se refiere a la fe del Señor, haciendo
intercesión sin cesar por todos los hombres, absteniéndose de toda calumnia, de
hablar con malicia, dar falso testimonio, amar el dinero y toda cosa mala,
sabiendo que son el altar de Dios… (Policarpo 135 d.C.)
Y
los presbíteros también deben ser compasivos, misericordiosos hacia los
hombres, haciendo volver a las ovejas que se han extraviado, visitando a todos
los enfermos, sin descuidar una viuda o un huérfano. (Policarpo 135 d.C.)
Oye
ahora las otras obras que se sigue de ellas: ministrar a las viudas, visitar a
los huérfanos y necesitados, rescatar a los siervos de Dios en sus aflicciones,
ser hospitalario (porque en la hospitalidad se ejerce la benevolencia una y
otra vez…) (Hermas 150 d.C.)
Por
tanto, en vez de campos, compra almas que estén en tribulación, como puede cada
cual, y visita a las viudas y los huérfanos, y no lo descuides; y gasta tus
riquezas y todos tus recursos, que has recibido de Dios, en campos y casas de esta
clase. Porque para este fin les ha enriquecido el Señor, para que puedan
ejecutar estos servicios suyos. (Hermas 150 d.C.)
Los
que tienen las manchas son diáconos que ejercieron mal su oficio, y saquearon
la sustancia de viudas y huérfanos, e hicieron ganancia para sí con las
administraciones que habían recibido para ejecutar. Estos, pues, si permanecen
en el mismo mal deseo, son muertos y no hay esperanza de vida para ellos… (Hermas
150 d.C.)
Y
de la décima montaña, en que había árboles que cobijaban a ciertas ovejas, los
que creyeron son así: obispos, personas hospitalarias, que reciben alegremente
en sus casas en todo tiempo a los siervos de Dios sin hipocresía. [Estos
obispos] en todo tiempo sin cesar dieron albergue a los necesitados y a las
viudas en sus administraciones, y se condujeron con pureza en todo momento. A
[todos] éstos, pues, les dará asilo el Señor para siempre. Los que han hecho
estas cosas, por consiguiente, son gloriosos a la vista de Dios, y su lugar es
ahora con los ángeles si siguen hasta el fin sirviendo al Señor. (Hermas 150
d.C.)
El
día que se llama del sol [el domingo], se celebra una reunión de todos los que
viven en las ciudades o en los campos, y se leen los recuerdos de los Apóstoles
o los escritos de los profetas, mientras hay tiempo… Los que tienen y quieren,
dan libremente lo que les parece bien; lo que se recoge se entrega al que hace
cabeza para que socorra con ello a huérfanos y viudas, a los que están
necesitados por enfermedad u otra causa, a los encarcelados, a los forasteros
que están de paso: en resumen, se le constituye en proveedor para quien se
halle en la necesidad. Celebramos esta reunión general el día domingo… (Justino
Mártir 160 d.C.)
Les
ruego tengan extrema solicitud de las viudas, de los enfermos y de todos los
necesitados. Pero aun para los forasteros, si fueren necesitados, tomen
socorros de mi peculio que dejé en poder de Rogaciano, nuestro co presbítero… (Cipriano
250 d.C.)
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