Pongamos
nuestros ojos en la sangre de Cristo y démonos cuenta de lo precioso que es
para su Padre, porque habiendo sido derramado por nuestra salvación, ganó para
todo el mundo la gracia del arrepentimiento... Los ministros de la gracia de
Dios, por medio del Espíritu Santo, hablaron referente al arrepentimiento. Sí,
y el Señor del universo mismo habló del arrepentimiento con un juramento: Vivo
yo, dice el Señor, que no me complazco en la muerte del malvado, sino en que se
arrepienta. (Clemente de Roma - 30-100 d.C.)
Dios
(dice la Escritura) resiste al orgulloso y da gracia al humilde. Por tanto
mantengámonos unidos a aquellos a quienes Dios da gracia. Vistámonos según
corresponde, siendo humildes de corazón y templados, apartándonos de
murmuraciones y habladurías ociosas, siendo justificados por las obras y no por
las palabras. (Clemente de Roma - 30-100 d.C.)
Que
ninguno les engañe… Pero observen bien a los que sostienen doctrina extraña
respecto a la gracia de Jesucristo que vino a ustedes, que éstos son contrarios
a la mente de Dios. No les importa el amor, ni la viuda, ni el huérfano, ni el
afligido, ni el preso, ni el hambriento o el sediento. (Ignacio - 50-100 d.C.)
Por
la voluntad divina esto me fue concedido, no que yo contribuyera a ello, sino
por la gracia de Dios, que ruego pueda serme dada de modo perfecto, para que
por medio de vuestras oraciones pueda llegar a Dios. (Ignacio - 50-100 d.C.)
(Los
Mártires) prestando atención a la gracia de Cristo, despreciaban las torturas
del mundo, comprando al coste de una hora el ser librados de un castigo eterno.
(Martirio de Policarpo - 155 d.C.)
Y
Policarpo les persuadió a concederle una hora para que pudiera orar sin ser
molestado; y cuando ellos consintieron, él se levantó y oró, estando tan lleno
de la gracia de Dios, que durante dos horas no pudo callar, y todos los que le
oían estaban asombrados, y muchos se arrepentían de haber acudido contra un
anciano tan venerable. (Martirio de Policarpo - 155 d.C.)
Hemos
sido enseñados. . . que si los hombres por sus obras se muestran dignos de su
gracia, son tenidos por dignos de reinar con él en su reino, habiendo sido
liberados de la corrupción y los sufrimientos… (Justino Mártir - 160 d.C.)
A
nosotros nos ha revelado él cuanto por su gracia hemos entendido de las
Escrituras… (Justino Mártir - 160 d.C.)
La
gracia de Dios nos asistió contra el demonio; ella fortaleció a los más débiles
y les hizo fuertes como columnas, que resistieron a todos los empujes del
enemigo. Estos, sorprendidos de improviso, soportaron toda suerte de ultrajes y
tormentos que a otros hubieran parecido demasiado largos y dolorosos, pero a
ellos les perecían ligeros y suaves: tal era su deseo de unirse con Cristo. (Los
mártires de Lyon - 177 d.C.)
Un
hombre que trabaja solo para libertarse de sus deseos pecaminosos nada logra.
Pero si él manifiesta su afán y su deseo ardiente de eso, lo alcanza por el
poder de Dios. Dios colabora con los que anhelan su ayuda. Pero si pierden su
anhelo, el Espíritu de Dios también se restringe. El salvar al que no tiene
voluntad es un acto de obligación, pero el salvar al que sí tiene voluntad es
un acto de gracia… (Clemente de Alejandría - 195 d.C.)
Hay
personas que actúan como si Dios estuviera bajo obligación de brindar sus dones
aun a aquellos que no son dignos de ellos. Convierten la gracia de Dios en una
esclavitud… Porque después, ¿no caen muchos de la gracia de Dios? ¿No se les
quita el don que habían recibido? (Tertuliano - 197 d.C.)
Lo que enseñaron los
herejes en cuanto la gracia
Por
eso quienes creían en Simón y Elena (los herejes) no debían preocuparse mucho
de ellos ni poner en ellos su esperanza; sino, como hombres libres, podían
hacer lo que quisieran; porque lo que salva a los hombres sería la gracia que
él les concedía, y no las obras buenas. También enseñaba que no había obras
buenas por naturaleza… (Ireneo - 180 d.C.)
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