I. Títulos de Jesús
Hermanos, tendríamos que pensar en Jesucristo como Dios y como Juez de los
vivos y los muertos. (Segunda Clemente – 150 d.C.)
Que ninguno de entre todos los hijos de Adán sea llamado Dios por sí mismo,
o proclamado Señor, lo hemos demostrado por las Escrituras; y que él solo entre
todos los hombres de su tiempo sea proclamado Dios y Señor, siempre Rey,
Unigénito y Verbo encarnado, por todos los profetas y Apóstoles y aun por el
mismo Espíritu, es cosa que pueden ver todos aquellos que acepten un poco de la
verdad. (Ireneo – 180 d.C.)
II. La apariencia física de Jesús
Nuestro Señor Jesucristo, no vino en la pompa de arrogancia o de orgullo,
aunque podría haberlo hecho, sino en humildad de corazón, según el Espíritu
Santo habló, diciendo: Porque dijo: ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Ya
quién se ha revelado el brazo de Jehová? Lo anunciamos en su presencia. Era
como un niño, como una raíz en tierra seca. No hay apariencia en Él, ni gloria.
Y le contemplamos, y no había en Él apariencia ni hermosura, sino que su
apariencia era humilde, inferior a la forma de los hombres. Era un hombre
expuesto a azotes y trabajo, experimentado en quebrantos; porque su rostro
estaba vuelto. (Clemente de Roma – 30-100 d.C.)
A
nosotros nos ha revelado él cuanto por su gracia hemos entendido de las
Escrituras, reconociendo que él es el primogénito de Dios anterior a todas las
criaturas, y al mismo tiempo hijo de los patriarcas, pues se digna nacer hombre
sin hermosura, sin honor y pasible, hecho carne de una virgen del linaje de los
patriarcas. (Justino Mártir – 160 d.C.)
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