I. La divinidad del
Hijo
Hermanos,
tendríamos que pensar en Jesucristo como Dios y como Juez de los vivos y los
muertos. (Segunda Clemente - 150 d.C.)
Sólo
hay un médico, de la carne y del espíritu, engendrado y no engendrado, Dios en
el hombre, verdadera Vida en la muerte, hijo de María e Hijo de Dios, primero
pasible y luego impasible: Jesucristo nuestro Señor. (Ignacio - 50-100 d.C.)
Jesucristo,
el cual según la carne fue del linaje de David, que es el Hijo del Hombre y el
Hijo de Dios… (Ignacio - 50-100 d.C.)
Nosotros
hemos aprendido que Cristo es el primogénito de Dios, el cual, como ya hemos
indicado, es el Logos, del cual todo el género humano ha participado. (Justino
Mártir - 160 d.C.)
El
Padre quiso que éste se hiciera hombre por medio de una virgen, como antes se
había hecho fuego para hablar con Moisés desde la zarza... Ahora bien, que
Cristo es Señor y Dios, Hijo de Dios, que en otros tiempos se apareció por su
poder como hombre y como ángel y en la gloria del fuego en la zarza y que se
manifestó en el juicio contra Sodoma, lo he mostrado ya largamente... (Justino
Mártir - 160 d.C.)
Ni
el Señor, ni el Espíritu Santo (por los profetas), ni los Apóstoles jamás
habrían llamado Dios de modo absoluto y definitivo al que no lo fuese
verdaderamente; ni habrían llamado Señor a ninguna otra persona, sino al Dios
Padre soberano de todas las cosas, y a su Hijo que recibió de su Padre el
señorío sobre toda la creación, según aquellas palabras: «Dijo el Señor a mi
Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos como estrado de
tus pies». En este pasaje se presenta al Padre conversando con el Hijo; él «le
ha dado las naciones por herencia» y le ha sometido a todos sus enemigos. Y
como el Padre es en verdad Señor, y el Hijo es en verdad Señor, con razón el
Espíritu Santo los llamó con el título Señor. (Ireneo - 180 d.C.)
Pero
volvamos al tema que estábamos tratando. Ha sido declarado con toda evidencia
que los predicadores de la verdad y Apóstoles de la libertad, a ningún otro
llamaron Dios o Señor, sino al único Dios verdadero, el Padre, y a su Verbo que
tiene la soberanía sobre todas las cosas… (Ireneo - 180 d.C.)
Que
ninguno de entre todos los hijos de Adán sea llamado Dios por sí mismo, o
proclamado Señor, lo hemos demostrado por las Escrituras; y que él solo entre
todos los hombres de su tiempo sea proclamado Dios y Señor, siempre Rey,
Unigénito y Verbo encarnado, por todos los profetas y Apóstoles y aun por el
mismo Espíritu, es cosa que pueden ver todos aquellos que acepten un poco de la
verdad. (Ireneo - 180 d.C.)
Luego
el mismo Cristo es, con el Padre, Dios de los vivientes, el que habló a Moisés,
el que se manifestó a los padres… (Ireneo - 180 d.C.)
En
cambio, su Verbo, por medio del cual hizo todas las cosas y que es su propia
potencia y sabiduría, tomando la figura del Padre y Señor del universo, fue el
que se presentó en el paraíso en forma de Dios y conversaba con Adán. La misma
Escritura divina nos enseña que Adán decía haber oído su voz... (Teófilo - 180
d.C.)
II. Antes de toda la
creación
Pero
tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, «¿Cómo es que la roca es antigua pero la puerta reciente?» «Escucha», me dijo,
«y entiende, hombre insensato. El Hijo de Dios es más antiguo que toda su
creación, de modo que fue el consejero del Padre en la obra de su creación. Por
tanto, también El es antiguo.» «Pero la puerta, ¿por qué es reciente, señor?»,
le pregunté. «Porque», dijo él, «El fue manifestado en los últimos días de la
consumación; por tanto, la puerta es hecha recientemente, para que los que son
salvos puedan entrar por ella en el reino de Dios. (Hermas - 150 d.C.)
…Por
cuya causa Él envió al Verbo, para que Él pudiera aparecer al mundo, el cual,
siendo despreciado por el pueblo (judío), y predicado por los apóstoles, fue
creído por los gentiles. Este Verbo, que era desde el principio, apareció ahora
y, con todo, se probó que era antiguo, y es engendrado siempre de nuevo en los
corazones de los santos. Este Verbo, digo, que es eterno, es el que hoy es
contado como Hijo… (Diogneto - 125-200 d.C.)
En
cuanto a su Hijo, el único a quien con propiedad se llama Hijo, el Logos que
está con él, siendo engendrado antes de las criaturas, cuando al principio creó
y ordenó por medio de él todas las cosas, se le llama Cristo a causa de su
unción y de que fueron ordenadas por medio de él todas las cosas. Este nombre
encierra también un sentido incognoscible, de manera semejante a como la
apelación de «Dios» no es un nombre, sino que representa una concepción, innata
en la naturaleza humana, de lo que es una realidad inexplicable. En cambio
«Jesús» es un nombre humano, que tiene el sentido de «salvador». Porque el
Logos se hizo hombre según el designio de Dios Padre y nació para bien de los
creyentes y para destrucción de los demonios... (Justino Mártir - 160 d.C.)
A
nosotros nos ha revelado él cuanto por su gracia hemos entendido de las
Escrituras, reconociendo que él es el primogénito de Dios anterior a todas las
criaturas, y al mismo tiempo hijo de los patriarcas, pues se digna nacer hombre
sin hermosura, sin honor y pasible, hecho carne de una virgen del linaje de los
patriarcas. (Justino Mártir - 160 d.C.)
Así
pues, si alguien nos pregunta: «¿Cómo el Padre emitió al Hijo?», le respondemos
que esta producción, o generación, o pronunciación, o parto, o cualquier otro
nombre con el que quiera llamarse este origen, es inexpresable… (Ireneo - 180
d.C.)
Este
Hijo siempre existe con el Padre, y desde el principio revela al Padre, a los
ángeles, Arcángeles, Potestades, Poderes, y a todos aquellos a quienes Dios
quiere revelarse. (Ireneo - 180 d.C.)
Mas
el Verbo de Dios no elevó a Abraham a su amistad porque le hiciese falta, pues
es perfecto desde siempre -en efecto, dijo: «Antes de que Abraham fuese, yo
existo» (Juan 8:58) (Ireneo - 180 d.C.)
Así
pues, cuando al principio Dios plasmó a Adán, no lo hizo por necesidad, sino
para tener a alguien que fuese objeto de sus beneficios. En cambio no sólo
antes de Adán, sino antes de toda otra creación, el Verbo glorificaba a su
Padre, permanecía en El, y el Padre lo glorificaba a Él, como él mismo dijo:
«Padre, glorifícame con la gloria que tuve delante ti antes de que el mundo
existiese» (Juan 17:5 (Ireneo - 180 d.C.)
Que
el Verbo, o sea el Hijo, ha estado siempre con el Padre, de múltiples maneras
lo hemos demostrado. Y que también su Sabiduría, o sea el Espíritu estaba con
El antes de la creación, lo afirma por Salomón: «Dios creó la tierra con
sabiduría, y con inteligencia consolidó los cielos; por su ciencia se abrieron
los abismos y las nubes destilaron rocío» (Proverbios 3:19-20). Y también: «El
Señor me hizo al inicio de sus caminos, antes de sus obras. Desde la eternidad
me fundó, desde el principio, antes que la tierra. Antes de que existiesen los
abismos y manasen las fuentes de las aguas, antes de que se asentasen los
montes, antes de todas las colinas me engendró» (Proverbios 8:22-23). Y
también: «Cuando asentó los cielos, yo estaba con Él, y cuando afirmó las
fuentes del abismo; cuando fortalecía los cimientos de la tierra, yo estaba con
El como arquitecto. Yo era en quien El se complacía, y cada día me alegraba en
todo tiempo ante su rostro, cuando El se gozaba en la perfección del orbe y se
regocijaba con los hijos de los hombres» (Proverbios 8:27-31). (Ireneo - 180
d.C.)
El
Hijo de Dios, preexistente con el Padre, engendrado antes de la fundación del
mundo, y aparecido, como hombre, al mundo entero en los últimos tiempos; Él es
el Verbo de Dios que recapitula en sí todas las cosas, las del cielo y las de
la tierra (Efesios 1:10). Ireneo (180 d.C.)
Que
Cristo, Hijo de Dios, existente antes del mundo, estaba con el Padre y junto al
Padre y al mismo tiempo cercano a los hombres y en íntima unión con ellos, rey
del Universo, porque el Padre le ha sometido todas las cosas, y Salvador de
aquellos que creen en Él, tal es el mensaje de semejantes textos de la
escritura… (Ireneo - 180 d.C.)
Hemos
de entender que la luz eterna no es otra que el mismo Dios Padre. Ahora bien,
nunca se da la luz sin que se dé juntamente con ella el resplandor, ya que es
inconcebible una luz que no tenga su propio resplandor. Si esto es así, no se
puede decir que hubiera un tiempo en el que no existiera el Hijo… Con todo, no
hubo tiempo en el que (el Hijo) no existiera. (Orígenes - 225 d.C.)
III. La relación del
Hijo con el Padre
Pues
Jesucristo, nuestra vida inseparable, es también la mente del Padre, así como
los obispos establecidos hasta los extremos de la tierra están en la mente de
Jesucristo. (Ignacio - 50-100 d.C.)
Por
tanto, tal como el Señor no hizo nada sin el Padre, [estando unido con Él], sea
por sí mismo o por medio de los apóstoles, no hagan nada ustedes, tampoco, sin
el obispo y los presbíteros… Apresuraos a congregaros, como en un solo templo,
Dios; como ante un altar, Jesucristo, que vino de un Padre y está con un Padre
y ha partido a un Padre. (Ignacio - 50-100 d.C.)
…Dios
que se manifestó a través de Jesucristo su Hijo, que es su Verbo que procede
del silencio, el cual en todas las cosas agradó a Aquel que le había enviado. (Ignacio
- 50-100 d.C.)
…siendo
Él mismo la puerta del Padre, por la cual entraron Abraham e Isaac y Jacob, y
los profetas y los apóstoles y toda la Iglesia; y todas estas cosas se combinan
en la unidad de Dios. (Ignacio - 50-100 d.C.)
«Escucha»,
me contestó; «el Hijo de Dios no está representado en la forma de un siervo,
sino que está representado en gran poder y señorío.» «¿Cómo, señor?», dije yo;
«no lo comprendo.» «Porque», dijo él, «Dios plantó la viña, esto es, creó al
pueblo y lo entregó a su Hijo. Y el Hijo colocó a los ángeles a cargo de ellos,
para que velaran sobre ellos; y el Hijo mismo limpió sus pecados, trabajando
mucho y soportando muchas labores; porque cavar sin trabajar o esforzarse.
Habiendo, pues, Él limpiado a su pueblo, les mostró los caminos de vida,
dándoles la ley que Él recibió de su Padre. (Hermas - 150 d.C.)
Que
nadie tenga por ridículo eso de que Dios tenga un Hijo. Porque no pensamos
sobre Dios Padre o sobre su Hijo a la manera de vuestros poetas que hacen
fábulas en las que presentan a dioses que en nada son mejores que los hombres,
sino que el Hijo de Dios es el Verbo del Padre en idea y operación, pues con
relación a él y por medio de él fueron hechas todas las cosas, siendo el Padre
y el Hijo uno solo. Y estando el Hijo en el Padre y el Padre en el Hijo, en
unidad y potencia de espíritu, el Hijo de Dios es inteligencia y Verbo del
Padre. Y si se les ocurre preguntar con vuestra extraordinaria inteligencia qué
quiere decir «hijo», se lo diré brevemente: El Hijo es el primer brote del
Padre, pero no como hecho, ya que desde el principio Dios, que es inteligencia
eterna, tenía en si al Verbo y era eternamente racional, sino como procediendo
de Dios cuando todas las cosas materiales eran naturaleza informe y tierra
inerte y estaban mezcladas las más pesadas con las más ligeras, para ser sobre
ellas idea y principio activo… (Atenágoras - 177 d.C.)
El
mismo Señor, siendo Hijo de Dios, declaró no saber ni el día ni la hora del
juicio, sino sólo Dios, cuando dijo: «Acerca de aquel día y hora nadie los
conoce, ni el Hijo, sino sólo el Padre» Por lo tanto, si el Hijo no tuvo
empacho de atribuir sólo al Padre el conocimiento de aquel día, y habló con
verdad, tampoco nosotros debemos avergonzarnos de reservar a Dios aquellas
cuestiones que nos superan. (Ireneo - 180 d.C.)
Si,
por ejemplo, alguien busca el motivo por el cual sólo el Padre conoce el día y
la hora, aunque todo le comunica a su Hijo, el mismo Señor lo ha dicho, y nadie
puede inventar otro sin riesgo (de equivocarse), porque sólo el Señor es el
Maestro de la verdad; y él nos ha dicho que el Padre está sobre todas las
cosas, pues dijo: «El Padre es mayor que yo». El Señor, pues, ha presentado al
Padre como superior a todos respecto a su conocimiento, a fin de que nosotros,
mientras caminamos por este mundo, dejemos a Dios el saber hasta el fondo tales
cuestiones; porque si pretendemos investigar la profundidad del Padre, corremos
el peligro de preguntar incluso si hay otro Dios por encima de Dios… (Ireneo - 180
d.C.)
Dios,
mediante su Verbo, que es su Hijo, se reveló y manifestó a todos aquellos a
quienes él decidió: lo conocen aquellos a quienes el Hijo se lo quiera revelar.
Este Hijo siempre existe con el Padre, y desde el principio revela al Padre, a
los Ángeles, Arcángeles, Potestades, Poderes, y a todos aquellos a quienes Dios
quiere revelarse. (Ireneo - 180 d.C.)
Pero
nadie puede conocer al Padre si no se lo revela el Verbo de Dios, esto es el
Hijo; ni al Hijo, sin el beneplácito del Padre. Porque el Hijo realiza el
beneplácito del Padre: ya que el Padre envía, el Hijo es enviado y viene. Y al
Padre, que para nosotros es invisible e indeterminable, lo conoce su mismo
Verbo; y siendo aquél inenarrable, éste nos lo da a conocer. De modo semejante,
sólo el Padre conoce a su Verbo: así nos reveló el Señor que son estas cosas. Y
por eso el Hijo, al manifestarse a sí mismo, revela el conocimiento del Padre.
Y el conocimiento del Padre es la misma manifestación del Hijo: pues todas las
cosas se nos manifiestan mediante el Verbo. (Ireneo - 180 d.C.)
Y,
finalmente, el Padre se manifestó en su Verbo hecho visible y palpable: todos
vieron al Padre en el Hijo, aunque no todos creyeron en él. Pues lo invisible
del Hijo es el Padre, y lo visible del Padre es el Hijo. Por eso, mientras él
estuvo presente, todos lo reconocían como Cristo y lo llamaban Dios. (Ireneo - 180
d.C.)
Por
eso El mismo es «juez de vivos y muertos» (Hechos 10:42), el cual «tiene la
llave de David; abrirá y nadie cerrará; cerrará y nadie abrirá» (Apocalipsis 3:7).
Pues, en efecto, nadie en los cielos ni en la tierra ni bajo la tierra puede
abrir el libro del Padre, ni siquiera verlo (Apocalipsis 5:3), excepto el
Cordero que ha sido muerto (Apocalipsis 5:12), que nos ha redimido con su
sangre (Apocalipsis 5:9) después de haber recibido el poder de Dios que hizo
todas las cosas por medio de su Verbo y las ordenó por su Sabiduría. Que el
Verbo, o sea el Hijo, ha estado siempre con el Padre, de múltiples maneras lo
hemos demostrado. …Yo era en quien El se complacía, y cada día me alegraba en
todo tiempo ante su rostro, cuando El se gozaba en la perfección del orbe y se
regocijaba con los hijos de los hombres» (Proverbios 8:27-31). (Ireneo - 180
d.C.)
Que
Cristo, Hijo de Dios, existente antes del mundo, estaba con el Padre y junto al
Padre y al mismo tiempo cercano a los hombres y en íntima unión con ellos, rey
del Universo, porque el Padre le ha sometido todas las cosas, y Salvador de
aquellos que creen en Él, tal es el mensaje de semejantes textos de la
escritura… (Ireneo - 180 d.C.)
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