Entendamos, pues, amados, en qué forma el Señor
nos muestra continuamente la resurrección que vendrá después; de la cual hizo
al Señor Jesucristo las primicias, cuando le levantó de los muertos.
Consideremos, amados, la resurrección que tendrá lugar a su debido tiempo. El
día y la noche nos muestran la resurrección. La noche se queda dormida, y se levanta
el día; el día parte, y viene la noche. Consideremos los frutos, cómo y de qué
manera tiene lugar la siembra. El sembrador sale y echa sobre la tierra cada una de las semillas, y éstas caen en la tierra
seca y desnuda y se descomponen; pero entonces el Señor en su providencia hace
brotar de sus restos nuevas plantas, que se multiplican y dan fruto… ¿Pensamos,
pues, que es una cosa grande y maravillosa si el Creador del universo realiza
la resurrección de aquellos que le han servido con santidad en la continuidad
de una fe verdadera, siendo así que Él nos muestra incluso por medio de un ave
la magnificencia de su promesa? Porque Él dice en cierto lugar: Y tú me
levantarás, y yo te alabaré; y: Me acosté y dormí, y desperté; porque Tú estabas
conmigo. Y también dice Job: Tú levantarás esta mi carne, que ha soportado
todas estas cosas. (Clemente de Roma - 30-100 d.C.)
Y que nadie entre ustedes diga que esta carne no va a ser
juzgada ni se levanta otra vez. Entended esto: ¿En qué fueron salvados? ¿En qué
recobrasteis la vista si no fue en esta carne? Por tanto hemos de guardar la
carne como un templo de Dios; porque de la misma manera que fuisteis llamados
en la carne, seréis llamados también en la carne. (Segunda Clemente - 150 d.C.)
Bienaventurados los que obedecen estas ordenanzas. Aunque
tengan que sufrir aflicción durante un tiempo breve en el mundo, recogerán el
fruto inmortal de la resurrección. (Segunda Clemente - 150 d.C.)
Ahora bien, el que le levantó a Él de los muertos nos
levantará también a nosotros; si hacemos su voluntad y andamos en sus
mandamientos y amamos las cosas que El amó. (Policarpo - 135 d.C.)
Porque si le agradamos en este mundo presente, recibiremos
también el mundo futuro, según Él nos prometió que nos levantaría de los muertos,
y que si nos conducimos dignamente de Él, también reinaremos con Él si en
verdad tenemos fe. (Policarpo - 135 d.C.)
…mirando al cielo Policarpo dijo: «Oh Señor Dios
Todopoderoso… te bendigo porque me has concedido este día y hora para que pueda
recibir una porción entre el número de los mártires en la copa de [tu] Cristo
en la resurrección de vida eterna, tanto del alma como del cuerpo, en la
incorruptibilidad del Espíritu Santo. (Martirio de Policarpo - 155 d.C.)
Si han tropezado con algunos que se llaman cristianos y no
confiesan esto, sino que se abreven a blasfemar del Dios de Abraham y de Isaac
y de Jacob, y dicen que no hay resurrección de los muertos, sino que en el
momento de morir sus almas son recibidas en el cielo, no los tengáis por
cristianos... Yo por mi parte, y cuántos son en todo ortodoxos, sabemos que
habrá resurrección de los muertos y un periodo de mil años en la Jerusalén
reconstruida y hermoseada y dilatada, como lo prometen Ezequiel, Isaías y otros
profetas... (Justino Mártir - 160 d.C.)
¿Qué es lo que como grano de trigo se siembra y se pudre en
la tierra, sino los cuerpos que se ponen en tierra, en la cual se arroja la
semilla? Y por eso afirma: «Se siembra en deshonor, resucita en gloria» (1 Corintios
15:43). Pues ¿qué es más deshonroso que la carne muerta? ¿Y qué más glorioso
que la carne resucitada que recibe la incorrupción? «Se siembra en debilidad,
resucita en poder»: en su debilidad, porque siendo de tierra a la tierra
regresa; mas en el poder de Dios, que la resucita de los muertos: «Se siembra
un cuerpo animal, resucita un cuerpo espiritual» (1 Corintios 15:44). Sin duda
enseñó que este discurso no se refiere al alma o al Espíritu, sino a los
cuerpos muertos. Estos son cuerpos animales, esto es, que participan del alma;
pero cuando la pierden, mueren; luego, resucitados por el Espíritu, se tornan
cuerpos espirituales, para tener la vida por el Espíritu que siempre permanece…
(Ireneo - 180 d.C.)
…pues los herejes desprecian la creación de Dios y rechazan
la salvación de su carne; también desprecian la promesa divina, y en su sentir
de las cosas intentan superar a Dios; aseguran que al morir ellos subirán por
encima de los cielos y del Creador… ¿Qué de extraño si incluso ignoran el
camino hacia la resurrección? ¿No quieren entender que, si las cosas fuesen
como ellos enseñan, el mismo Señor, en el cual dicen creer, no habría
resucitado de entre los muertos después de tres días, sino que al morir en la
cruz de inmediato habría subido, abandonando el cuerpo en la tierra? Sin
embargo, permaneció tres días en el lugar de los muertos, como dice de él un
profeta: «El Señor se acordó de sus santos muertos que dormían en la tierra de
la tumba, y bajó a ellos para sacarlos y salvarlos». El mismo Señor dijo: «Así
como Jonás permaneció tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así
también el Hijo del Hombre estará en el seno de la tierra» (Mateo 12:40). Y el
Apóstol escribe: « ¿Qué quiere decir ascendió, sino que también descendió a las
regiones inferiores de la tierra?» (Efesios 4:9). También David profetizó
acerca de él: «Y arrancaste mi vida del fondo del abismo» (Sal 86[85]: 13).
Habiendo resucitado al tercer día, dijo a María, la primera que lo vio y quería
adorarlo: «No me toques, pues aún no subo al Padre, sino ve a mis discípulos y
diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre» (Juan 20:17).
El Señor se sometió a la ley de la muerte para ser el
Primogénito de los muertos (Colosenses 1:18) y duró tres días en los lugares
inferiores de la tierra (Efesios 4:9), en seguida resucitó en la carne, de
manera que mostró los agujeros de los clavos a sus discípulos (Juan 20:25-27), y
subió al Padre. Entonces, ¿cómo no se avergüenzan de decir que los lugares
inferiores son este mismo mundo en que habitamos, en cambio el hombre interior
de quien hablan dejaría aquí el cuerpo, para subir a un lugar que está por
encima de los cielos? Puesto que el Señor «habitó en la sombra de la muerte»
(Salmos 23[22]: 4), donde estaban las almas de los muertos, luego resucitó
corporalmente y después de resucitar fue asumido, es evidente que las almas de
los discípulos por los cuales el Señor realizó esta obra, irán a un lugar
invisible señalado por Dios, y ahí permanecerán en espera de resucitar. En
seguida recibirán sus cuerpos, y resucitando enteramente, es decir
corporalmente, así como Cristo resucitó, se presentarán en la presencia de
Dios. «Ningún discípulo está sobre su maestro; sino que todo discípulo
consumado será como su maestro» (Lucas 6:40). Sin embargo, nuestro Maestro no
se retiró volando de inmediato, sino que después de su resurrección se detuvo
durante el tiempo asignado por el Padre, simbolizado por Jonás: después de tres
días fue asumido. De modo semejante también nosotros debemos esperar el tiempo
que el Padre ha decidido para que resucitemos, como los profetas lo anunciaron.
Así resucitaremos todos aquellos a quienes el Señor juzgare dignos... (Ireneo -
180 d.C.)
Primero habla de aquellos que resucitarán habiendo hecho el
bien, para entrar en el reposo; después, de aquellos que resucitarán para ser
juzgados; como dice la Escritura en el Génesis: que después de la consumación
de este siglo, seguirá el día sexto (Génesis 1:31-2:1), o sea el año 6000;
porque éste será el día séptimo, día del descanso, como canta David: «Este es mi
reposo, en él entrarán los justos». Este séptimo día es el séptimo milenario
(Apocalipsis 20:4-6) en el que reinarán los justos, en el que está prometida la
incorrupción… (Ireneo - 180 d.C.)
Pero Dios hizo un gran beneficio al hombre al no dejar que
permaneciera para siempre en el pecado. En cierta manera semejante a un
destierro, lo arrojó del paraíso para que pagara en un plazo determinado la
pena de su pecado y así educado fuera de nuevo llamado... Y todavía más: así
como a un vaso, si después de modelado resulta con algún defecto, se le vuelve
a amasar y a modelar para hacerlo de nuevo y entero, así sucede también al
hombre con la muerte: se le rompe por la fuerza, para que salga íntegro en la
resurrección, es decir, sin defecto, justo e inmortal... (Teófilo - 180 d.C.)
Ciertamente que si la razón de la resurrección es para que todos asistan
al juicio destinado, y allí oigan del juicio de Dios la final sentencia, será
necesario se exhiba o presente allí el mismo que obró para que de las obras
buenas o malas el mismo que las hizo dé la cuenta. Por esto han de presentarse
también los cuerpos; que el alma sola sin materia, esto es, sin carne, no
padece penas corporales, y porque si las almas han de ser juzgadas de las obras
que hicieron con dependencia del cuerpo (que estando dentro del cuerpo se
merece o desmerece), es bien sea el cuerpo examinado del servicio que hizo al
alma… (Tertuliano - 197 d.C.)
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