lunes, 31 de agosto de 2015

Resurrección


Entendamos, pues, amados, en qué forma el Señor nos muestra continuamente la resurrección que vendrá después; de la cual hizo al Señor Jesucristo las primicias, cuando le levantó de los muertos. Consideremos, amados, la resurrección que tendrá lugar a su debido tiempo. El día y la noche nos muestran la resurrección. La noche se queda dormida, y se levanta el día; el día parte, y viene la noche. Consideremos los frutos, cómo y de qué manera tiene lugar la siembra. El sembrador sale y echa sobre la tierra cada una de las semillas, y éstas caen en la tierra seca y desnuda y se descomponen; pero entonces el Señor en su providencia hace brotar de sus restos nuevas plantas, que se multiplican y dan fruto… ¿Pensamos, pues, que es una cosa grande y maravillosa si el Creador del universo realiza la resurrección de aquellos que le han servido con santidad en la continuidad de una fe verdadera, siendo así que Él nos muestra incluso por medio de un ave la magnificencia de su promesa? Porque Él dice en cierto lugar: Y tú me levantarás, y yo te alabaré; y: Me acosté y dormí, y desperté; porque Tú estabas conmigo. Y también dice Job: Tú levantarás esta mi carne, que ha soportado todas estas cosas. (Clemente de Roma - 30-100 d.C.)  

Y que nadie entre ustedes diga que esta carne no va a ser juzgada ni se levanta otra vez. Entended esto: ¿En qué fueron salvados? ¿En qué recobrasteis la vista si no fue en esta carne? Por tanto hemos de guardar la carne como un templo de Dios; porque de la misma manera que fuisteis llamados en la carne, seréis llamados también en la carne. (Segunda Clemente - 150 d.C.)  

Bienaventurados los que obedecen estas ordenanzas. Aunque tengan que sufrir aflicción durante un tiempo breve en el mundo, recogerán el fruto inmortal de la resurrección. (Segunda Clemente - 150 d.C.)  

Ahora bien, el que le levantó a Él de los muertos nos levantará también a nosotros; si hacemos su voluntad y andamos en sus mandamientos y amamos las cosas que El amó. (Policarpo - 135 d.C.)  

Porque si le agradamos en este mundo presente, recibiremos también el mundo futuro, según Él nos prometió que nos levantaría de los muertos, y que si nos conducimos dignamente de Él, también reinaremos con Él si en verdad tenemos fe. (Policarpo - 135 d.C.)  

…mirando al cielo Policarpo dijo: «Oh Señor Dios Todopoderoso… te bendigo porque me has concedido este día y hora para que pueda recibir una porción entre el número de los mártires en la copa de [tu] Cristo en la resurrección de vida eterna, tanto del alma como del cuerpo, en la incorruptibilidad del Espíritu Santo. (Martirio de Policarpo - 155 d.C.)  

Si han tropezado con algunos que se llaman cristianos y no confiesan esto, sino que se abreven a blasfemar del Dios de Abraham y de Isaac y de Jacob, y dicen que no hay resurrección de los muertos, sino que en el momento de morir sus almas son recibidas en el cielo, no los tengáis por cristianos... Yo por mi parte, y cuántos son en todo ortodoxos, sabemos que habrá resurrección de los muertos y un periodo de mil años en la Jerusalén reconstruida y hermoseada y dilatada, como lo prometen Ezequiel, Isaías y otros profetas... (Justino Mártir - 160 d.C.) 

¿Qué es lo que como grano de trigo se siembra y se pudre en la tierra, sino los cuerpos que se ponen en tierra, en la cual se arroja la semilla? Y por eso afirma: «Se siembra en deshonor, resucita en gloria» (1 Corintios 15:43). Pues ¿qué es más deshonroso que la carne muerta? ¿Y qué más glorioso que la carne resucitada que recibe la incorrupción? «Se siembra en debilidad, resucita en poder»: en su debilidad, porque siendo de tierra a la tierra regresa; mas en el poder de Dios, que la resucita de los muertos: «Se siembra un cuerpo animal, resucita un cuerpo espiritual» (1 Corintios 15:44). Sin duda enseñó que este discurso no se refiere al alma o al Espíritu, sino a los cuerpos muertos. Estos son cuerpos animales, esto es, que participan del alma; pero cuando la pierden, mueren; luego, resucitados por el Espíritu, se tornan cuerpos espirituales, para tener la vida por el Espíritu que siempre permanece… (Ireneo - 180 d.C.)  

…pues los herejes desprecian la creación de Dios y rechazan la salvación de su carne; también desprecian la promesa divina, y en su sentir de las cosas intentan superar a Dios; aseguran que al morir ellos subirán por encima de los cielos y del Creador… ¿Qué de extraño si incluso ignoran el camino hacia la resurrección? ¿No quieren entender que, si las cosas fuesen como ellos enseñan, el mismo Señor, en el cual dicen creer, no habría resucitado de entre los muertos después de tres días, sino que al morir en la cruz de inmediato habría subido, abandonando el cuerpo en la tierra? Sin embargo, permaneció tres días en el lugar de los muertos, como dice de él un profeta: «El Señor se acordó de sus santos muertos que dormían en la tierra de la tumba, y bajó a ellos para sacarlos y salvarlos». El mismo Señor dijo: «Así como Jonás permaneció tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así también el Hijo del Hombre estará en el seno de la tierra» (Mateo 12:40). Y el Apóstol escribe: « ¿Qué quiere decir ascendió, sino que también descendió a las regiones inferiores de la tierra?» (Efesios 4:9). También David profetizó acerca de él: «Y arrancaste mi vida del fondo del abismo» (Sal 86[85]: 13). Habiendo resucitado al tercer día, dijo a María, la primera que lo vio y quería adorarlo: «No me toques, pues aún no subo al Padre, sino ve a mis discípulos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre» (Juan 20:17).
El Señor se sometió a la ley de la muerte para ser el Primogénito de los muertos (Colosenses 1:18) y duró tres días en los lugares inferiores de la tierra (Efesios 4:9), en seguida resucitó en la carne, de manera que mostró los agujeros de los clavos a sus discípulos (Juan 20:25-27), y subió al Padre. Entonces, ¿cómo no se avergüenzan de decir que los lugares inferiores son este mismo mundo en que habitamos, en cambio el hombre interior de quien hablan dejaría aquí el cuerpo, para subir a un lugar que está por encima de los cielos? Puesto que el Señor «habitó en la sombra de la muerte» (Salmos 23[22]: 4), donde estaban las almas de los muertos, luego resucitó corporalmente y después de resucitar fue asumido, es evidente que las almas de los discípulos por los cuales el Señor realizó esta obra, irán a un lugar invisible señalado por Dios, y ahí permanecerán en espera de resucitar. En seguida recibirán sus cuerpos, y resucitando enteramente, es decir corporalmente, así como Cristo resucitó, se presentarán en la presencia de Dios. «Ningún discípulo está sobre su maestro; sino que todo discípulo consumado será como su maestro» (Lucas 6:40). Sin embargo, nuestro Maestro no se retiró volando de inmediato, sino que después de su resurrección se detuvo durante el tiempo asignado por el Padre, simbolizado por Jonás: después de tres días fue asumido. De modo semejante también nosotros debemos esperar el tiempo que el Padre ha decidido para que resucitemos, como los profetas lo anunciaron. Así resucitaremos todos aquellos a quienes el Señor juzgare dignos... (Ireneo - 180 d.C.)  

Primero habla de aquellos que resucitarán habiendo hecho el bien, para entrar en el reposo; después, de aquellos que resucitarán para ser juzgados; como dice la Escritura en el Génesis: que después de la consumación de este siglo, seguirá el día sexto (Génesis 1:31-2:1), o sea el año 6000; porque éste será el día séptimo, día del descanso, como canta David: «Este es mi reposo, en él entrarán los justos». Este séptimo día es el séptimo milenario (Apocalipsis 20:4-6) en el que reinarán los justos, en el que está prometida la incorrupción… (Ireneo - 180 d.C.)  

Pero Dios hizo un gran beneficio al hombre al no dejar que permaneciera para siempre en el pecado. En cierta manera semejante a un destierro, lo arrojó del paraíso para que pagara en un plazo determinado la pena de su pecado y así educado fuera de nuevo llamado... Y todavía más: así como a un vaso, si después de modelado resulta con algún defecto, se le vuelve a amasar y a modelar para hacerlo de nuevo y entero, así sucede también al hombre con la muerte: se le rompe por la fuerza, para que salga íntegro en la resurrección, es decir, sin defecto, justo e inmortal... (Teófilo - 180 d.C.)  

Ciertamente que si la razón de la resurrección es para que todos asistan al juicio destinado, y allí oigan del juicio de Dios la final sentencia, será necesario se exhiba o presente allí el mismo que obró para que de las obras buenas o malas el mismo que las hizo dé la cuenta. Por esto han de presentarse también los cuerpos; que el alma sola sin materia, esto es, sin carne, no padece penas corporales, y porque si las almas han de ser juzgadas de las obras que hicieron con dependencia del cuerpo (que estando dentro del cuerpo se merece o desmerece), es bien sea el cuerpo examinado del servicio que hizo al alma… (Tertuliano - 197 d.C.)

 

 

 

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