I. El estado intermedio de los muertos
(Pablo) cuando hubo dado su testimonio delante
de los gobernantes, partió del mundo y fue al lugar santo, habiendo dado un
ejemplo notorio de resistencia paciente. (Clemente de Roma - 30-100 d.C.)
Todas las generaciones desde Adán hasta este día
han pasado a la otra vida; pero los que por la gracia de Dios fueron perfeccionados
en el amor residen en la mansión de los píos; y serán manifestados en la
visitación del Reino de Dios. Porque está escrito: Entra en tus aposentos
durante un breve momento, hasta que haya pasado mi indignación, y yo recordaré
un día propicio y voy a levantaros de vuestros sepulcros. (Clemente de Roma - 30-100
d.C.)
El mismo Pablo y en el resto de los apóstoles;
estando persuadidos de que todos éstos no corrieron en vano, sino en fe y
justicia, y que están en su lugar debido en la presencia del Señor, con el cual
han sufrido también. (Policarpo - 135 d.C.)
(Los Herejes) no afirman que las almas irán a la
Región Intermedia para estar con sus semejantes, sino por sus obras; pues dan
como razón que esto les acaecerá por ser justas, mientras que los impíos irán
al fuego… (Ireneo - 180 d.C.)
Estos (Herejes), en cambio, dicen todo lo
contrario, asegurando que no todas las almas accederán a la Región Intermedia,
sino solamente las de los justos. (Ireneo - 180 d.C.)
De modo muy completo el Señor enseñó que no se
conservan las almas pasando de cuerpo en cuerpo; sino también que ellas
conservan la personalidad del cuerpo para el cual fueron hechas, y se acuerdan
de las obras que acá realizaron o dejaron de realizar. Cuando relata lo que
está escrito acerca del rico y de Lázaro que descansaba en el seno de Abraham,
dice que el rico, después de la muerte, reconoció a Lázaro y a Abraham y
recordó el puesto que cada uno de ellos había tenido, y le rogó que enviara en
su auxilio a Lázaro, al que no había querido hacer participar de su mesa; y
luego la respuesta de Abraham, que no sólo sabía lo que él era, sino también el
rico; y que más les servía escuchar a Moisés y a los profetas que recibir el
anuncio de algún resucitado de la muerte, a aquellos que no quisieran llegar a
aquel lugar de castigo… (Ireneo - 180 d.C.)
Las manos de Dios se habían acostumbrado en Adán
a ordenar, sostener y apoyar a su criatura, y a ponerla y cambiarla a donde
querían. ¿Dónde fue colocado el primer hombre? En el paraíso, como dice la
Escritura: «Y Dios plantó un jardín en el Edén, hacia el oriente, y ahí puso al
hombre que había formado» (Génesis 2:8). De ahí fue arrojado a este mundo, una
vez que pecó. Por eso dicen los presbíteros, discípulos de los Apóstoles, que
allá se llevó a quienes fueron trasladados (porque el paraíso se preparó para
los justos, portadores del Espíritu: ahí fue elevado también Pablo, que escuchó
palabras inefables para quienes vivimos en este mundo: 2 Corintios 12:4). Allí
permanecen hasta la consumación (de los siglos) preludiando la incorrupción. (Ireneo
- 180 d.C.)
Parece claro que los que estaban fuera de la ley
a causa de sus peculiares condiciones de vida, si habían vivido rectamente,
aunque estuvieran en la prisión del Hades, al oír la voz del Señor—ya fuera
ella misma, ya la que se hacía oír por medio de los apóstoles—se habían de
convertir al punto y creer… (Clemente de Alejandría - 195 d.C.)
Si nombramos el paraíso (lugar de divina
amenidad, destinado para hospicio de las almas santas, que la distingue de la noticia
de este orbe la flamante zona de la espada del Querubín) no lo creen, porque
todo el crédito lo tiene ocupado la fe de los campos Elíseos que describen los
poetas… (Tertuliano - 197 d.C.)
Los justos son llevados al lugar del descanso,
los malos son arrastrados al suplicio; a los fieles se les otorga en seguida la
seguridad; a los infieles, sin tardar el castigo (Cipriano - 250 d.C.)
II. Cuando Cristo descendió a los muertos
Cristo descendió no sólo en favor de aquellos
que creyeron en tiempos del César Tiberio; ni el Padre pensó de antemano sólo
en los seres humanos de hoy, sino en todos los hombres que desde el principio,
en su propio origen, temieron y amaron a Dios según sus capacidades, se
comportaron con el prójimo con piedad y justicia, y desearon ver a Cristo y
escuchar su voz. Por este motivo en su segunda venida despertará del sueño y
hará resurgir en primer lugar a éstos, antes de los demás que serán juzgados,
para introducirlos en su Reino. (Ireneo - 180 d.C.)
Por este motivo el Señor «descendió a los
lugares inferiores de la tierra» (Efesios 4:9) para anunciarles la Buena Nueva
de su venida, para el perdón de los pecados de quienes creyeron en él. Y en él
creyeron todos los que esperaban en él (Efesios 1:12), es decir, los justos,
profetas y patriarcas que preanunciaron su venida… (Ireneo - 180 d.C.)
…acordándose de los muertos que habían dormido
antes de El descendió a ellos para arrancarlos (de la muerte) y salvarlos. (Ireneo
- 180 d.C.)
Cuando otros dijeron: «El Señor, el Santo de
Israel, se acordó de sus muertos que desde antes dormían en el polvo de la
tierra, y descendió a sacarlos para salvarlos», señalaron el motivo por el cual
sufrió todas estas cosas. (Ireneo - 180 d.C.)
Pues los herejes desprecian la creación de Dios
y rechazan la salvación de su carne; también desprecian la promesa divina, y en
su sentir de las cosas intentan superar a Dios; aseguran que al morir ellos
subirán por encima de los cielos y del Creador… ¿Qué de extraño si incluso
ignoran el camino hacia la resurrección? ¿No quieren entender que, si las cosas
fuesen como ellos enseñan, el mismo Señor, en el cual dicen creer, no habría
resucitado de entre los muertos después de tres días, sino que al morir en la
cruz de inmediato habría subido, abandonando el cuerpo en la tierra? Sin
embargo, permaneció tres días en el lugar de los muertos, como dice de él un
profeta: «El Señor se acordó de sus santos muertos que dormían en la tierra de
la tumba, y bajó a ellos para sacarlos y salvarlos». El mismo Señor dijo: «Así
como Jonás permaneció tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así
también el Hijo del Hombre estará en el seno de la tierra» (Mateo 12:40). Y el
Apóstol escribe: « ¿Qué quiere decir ascendió, sino que también descendió a las
regiones inferiores de la tierra?» (Efesios 4:9). También David profetizó
acerca de él: «Y arrancaste mi vida del fondo del abismo» (Salmos 86[85]:13).
Habiendo resucitado al tercer día, dijo a María, la primera que lo vio y quería
adorarlo: «No me toques, pues aún no subo al Padre, sino ve a mis discípulos y
diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre» (Juan 20:17).
El Señor se sometió a la ley de la muerte para
ser el Primogénito de los muertos (Colosenses 1:18) y duró tres días en los
lugares inferiores de la tierra (Efesios 4:9), en seguida resucitó en la carne,
de manera que mostró los agujeros de los clavos a sus discípulos (Juan 20:25-27),
y subió al Padre. Entonces, ¿cómo no se avergüenzan de decir que los lugares
inferiores son este mismo mundo en que habitamos, en cambio el hombre interior
de quien hablan dejaría aquí el cuerpo, para subir a un lugar que está por
encima de los cielos? Puesto que el Señor «habitó en la sombra de la muerte»
(Salmos 23[22]:4), donde estaban las almas de los muertos, luego resucitó
corporalmente y después de resucitar fue asumido, es evidente que las almas de
los discípulos por los cuales el Señor realizó esta obra, irán a un lugar
invisible señalado por Dios, y ahí permanecerán en espera de resucitar. En
seguida recibirán sus cuerpos, y resucitando enteramente, es decir
corporalmente, así como Cristo resucitó, se presentarán en la presencia de
Dios. «Ningún discípulo está sobre su maestro; sino que todo discípulo
consumado será como su maestro» (Lucas 6:40). Sin embargo, nuestro Maestro no
se retiró volando de inmediato, sino que después de su resurrección se detuvo
durante el tiempo asignado por el Padre, simbolizado por Jonás: después de tres
días fue asumido. De modo semejante también nosotros debemos esperar el tiempo
que el Padre ha decidido para que resucitemos, como los profetas lo anunciaron.
Así resucitaremos todos aquellos a quienes el Señor juzgare dignos... (Ireneo -
180 d.C.)
Y en Jeremías, ve con qué términos se expresa para
dar a conocer su muerte y su descenso a los infiernos: Y el Señor, el Santo de
Israel, se acordó de sus muertos, de los que estaban ya dormidos en el polvo de
la tierra, y descendió a ellos para llevarles el Evangelio de su salvación y
salvarles. Aquí se revelan también las razones de su muerte, porque su descenso
al hades era para la salvación de los difuntos… (Ireneo - 180 d.C.)
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