viernes, 4 de septiembre de 2015

Muertos


I. El estado intermedio de los muertos  

(Pablo) cuando hubo dado su testimonio delante de los gobernantes, partió del mundo y fue al lugar santo, habiendo dado un ejemplo notorio de resistencia paciente. (Clemente de Roma - 30-100 d.C.)  

Todas las generaciones desde Adán hasta este día han pasado a la otra vida; pero los que por la gracia de Dios fueron perfeccionados en el amor residen en la mansión de los píos; y serán manifestados en la visitación del Reino de Dios. Porque está escrito: Entra en tus aposentos durante un breve momento, hasta que haya pasado mi indignación, y yo recordaré un día propicio y voy a levantaros de vuestros sepulcros. (Clemente de Roma - 30-100 d.C.)  

El mismo Pablo y en el resto de los apóstoles; estando persuadidos de que todos éstos no corrieron en vano, sino en fe y justicia, y que están en su lugar debido en la presencia del Señor, con el cual han sufrido también. (Policarpo - 135 d.C.)  

(Los Herejes) no afirman que las almas irán a la Región Intermedia para estar con sus semejantes, sino por sus obras; pues dan como razón que esto les acaecerá por ser justas, mientras que los impíos irán al fuego… (Ireneo - 180 d.C.)  

Estos (Herejes), en cambio, dicen todo lo contrario, asegurando que no todas las almas accederán a la Región Intermedia, sino solamente las de los justos. (Ireneo - 180 d.C.)  

De modo muy completo el Señor enseñó que no se conservan las almas pasando de cuerpo en cuerpo; sino también que ellas conservan la personalidad del cuerpo para el cual fueron hechas, y se acuerdan de las obras que acá realizaron o dejaron de realizar. Cuando relata lo que está escrito acerca del rico y de Lázaro que descansaba en el seno de Abraham, dice que el rico, después de la muerte, reconoció a Lázaro y a Abraham y recordó el puesto que cada uno de ellos había tenido, y le rogó que enviara en su auxilio a Lázaro, al que no había querido hacer participar de su mesa; y luego la respuesta de Abraham, que no sólo sabía lo que él era, sino también el rico; y que más les servía escuchar a Moisés y a los profetas que recibir el anuncio de algún resucitado de la muerte, a aquellos que no quisieran llegar a aquel lugar de castigo… (Ireneo - 180 d.C.)  

Las manos de Dios se habían acostumbrado en Adán a ordenar, sostener y apoyar a su criatura, y a ponerla y cambiarla a donde querían. ¿Dónde fue colocado el primer hombre? En el paraíso, como dice la Escritura: «Y Dios plantó un jardín en el Edén, hacia el oriente, y ahí puso al hombre que había formado» (Génesis 2:8). De ahí fue arrojado a este mundo, una vez que pecó. Por eso dicen los presbíteros, discípulos de los Apóstoles, que allá se llevó a quienes fueron trasladados (porque el paraíso se preparó para los justos, portadores del Espíritu: ahí fue elevado también Pablo, que escuchó palabras inefables para quienes vivimos en este mundo: 2 Corintios 12:4). Allí permanecen hasta la consumación (de los siglos) preludiando la incorrupción. (Ireneo - 180 d.C.)  

Parece claro que los que estaban fuera de la ley a causa de sus peculiares condiciones de vida, si habían vivido rectamente, aunque estuvieran en la prisión del Hades, al oír la voz del Señor—ya fuera ella misma, ya la que se hacía oír por medio de los apóstoles—se habían de convertir al punto y creer… (Clemente de Alejandría - 195 d.C.)  

Si nombramos el paraíso (lugar de divina amenidad, destinado para hospicio de las almas santas, que la distingue de la noticia de este orbe la flamante zona de la espada del Querubín) no lo creen, porque todo el crédito lo tiene ocupado la fe de los campos Elíseos que describen los poetas… (Tertuliano - 197 d.C.)  

Los justos son llevados al lugar del descanso, los malos son arrastrados al suplicio; a los fieles se les otorga en seguida la seguridad; a los infieles, sin tardar el castigo (Cipriano - 250 d.C.)  

II. Cuando Cristo descendió a los muertos  

Cristo descendió no sólo en favor de aquellos que creyeron en tiempos del César Tiberio; ni el Padre pensó de antemano sólo en los seres humanos de hoy, sino en todos los hombres que desde el principio, en su propio origen, temieron y amaron a Dios según sus capacidades, se comportaron con el prójimo con piedad y justicia, y desearon ver a Cristo y escuchar su voz. Por este motivo en su segunda venida despertará del sueño y hará resurgir en primer lugar a éstos, antes de los demás que serán juzgados, para introducirlos en su Reino. (Ireneo - 180 d.C.)  

Por este motivo el Señor «descendió a los lugares inferiores de la tierra» (Efesios 4:9) para anunciarles la Buena Nueva de su venida, para el perdón de los pecados de quienes creyeron en él. Y en él creyeron todos los que esperaban en él (Efesios 1:12), es decir, los justos, profetas y patriarcas que preanunciaron su venida… (Ireneo - 180 d.C.)  

…acordándose de los muertos que habían dormido antes de El descendió a ellos para arrancarlos (de la muerte) y salvarlos. (Ireneo - 180 d.C.)  

Cuando otros dijeron: «El Señor, el Santo de Israel, se acordó de sus muertos que desde antes dormían en el polvo de la tierra, y descendió a sacarlos para salvarlos», señalaron el motivo por el cual sufrió todas estas cosas. (Ireneo - 180 d.C.)  

Pues los herejes desprecian la creación de Dios y rechazan la salvación de su carne; también desprecian la promesa divina, y en su sentir de las cosas intentan superar a Dios; aseguran que al morir ellos subirán por encima de los cielos y del Creador… ¿Qué de extraño si incluso ignoran el camino hacia la resurrección? ¿No quieren entender que, si las cosas fuesen como ellos enseñan, el mismo Señor, en el cual dicen creer, no habría resucitado de entre los muertos después de tres días, sino que al morir en la cruz de inmediato habría subido, abandonando el cuerpo en la tierra? Sin embargo, permaneció tres días en el lugar de los muertos, como dice de él un profeta: «El Señor se acordó de sus santos muertos que dormían en la tierra de la tumba, y bajó a ellos para sacarlos y salvarlos». El mismo Señor dijo: «Así como Jonás permaneció tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así también el Hijo del Hombre estará en el seno de la tierra» (Mateo 12:40). Y el Apóstol escribe: « ¿Qué quiere decir ascendió, sino que también descendió a las regiones inferiores de la tierra?» (Efesios 4:9). También David profetizó acerca de él: «Y arrancaste mi vida del fondo del abismo» (Salmos 86[85]:13). Habiendo resucitado al tercer día, dijo a María, la primera que lo vio y quería adorarlo: «No me toques, pues aún no subo al Padre, sino ve a mis discípulos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre» (Juan 20:17).
El Señor se sometió a la ley de la muerte para ser el Primogénito de los muertos (Colosenses 1:18) y duró tres días en los lugares inferiores de la tierra (Efesios 4:9), en seguida resucitó en la carne, de manera que mostró los agujeros de los clavos a sus discípulos (Juan 20:25-27), y subió al Padre. Entonces, ¿cómo no se avergüenzan de decir que los lugares inferiores son este mismo mundo en que habitamos, en cambio el hombre interior de quien hablan dejaría aquí el cuerpo, para subir a un lugar que está por encima de los cielos? Puesto que el Señor «habitó en la sombra de la muerte» (Salmos 23[22]:4), donde estaban las almas de los muertos, luego resucitó corporalmente y después de resucitar fue asumido, es evidente que las almas de los discípulos por los cuales el Señor realizó esta obra, irán a un lugar invisible señalado por Dios, y ahí permanecerán en espera de resucitar. En seguida recibirán sus cuerpos, y resucitando enteramente, es decir corporalmente, así como Cristo resucitó, se presentarán en la presencia de Dios. «Ningún discípulo está sobre su maestro; sino que todo discípulo consumado será como su maestro» (Lucas 6:40). Sin embargo, nuestro Maestro no se retiró volando de inmediato, sino que después de su resurrección se detuvo durante el tiempo asignado por el Padre, simbolizado por Jonás: después de tres días fue asumido. De modo semejante también nosotros debemos esperar el tiempo que el Padre ha decidido para que resucitemos, como los profetas lo anunciaron. Así resucitaremos todos aquellos a quienes el Señor juzgare dignos... (Ireneo - 180 d.C.)  

Y en Jeremías, ve con qué términos se expresa para dar a conocer su muerte y su descenso a los infiernos: Y el Señor, el Santo de Israel, se acordó de sus muertos, de los que estaban ya dormidos en el polvo de la tierra, y descendió a ellos para llevarles el Evangelio de su salvación y salvarles. Aquí se revelan también las razones de su muerte, porque su descenso al hades era para la salvación de los difuntos… (Ireneo - 180 d.C.)

 

 

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