Que nadie se engañe. Si alguno no está dentro
del límite del altar, carece de pan [de Dios]. Porque si la oración de uno y
otro tiene una fuerza tan grande, ¡cuánto más la del obispo y la de toda la Iglesia!
Por lo tanto, todo el que no acude a la congregación, con ello muestra su
orgullo y se ha separado él mismo. (Ignacio - 50-100)
Apresúrense a congregarse, como en un solo
templo, Dios; como ante un altar, Jesucristo, que vino de un Padre y está con
un Padre y ha partido a un Padre. (Ignacio - 50-100 d.C.)
Nuestras viudas deben ser sobrias en lo que se
refiere a la fe del Señor, haciendo intercesión sin cesar por todos los
hombres, absteniéndose de toda calumnia, de hablar con malicia, dar falso testimonio,
amar el dinero y toda cosa mala, sabiendo que son el altar de Dios, y que todos
los sacrificios son inspeccionados cuidadosamente, y nada escapa de Él, ni sus
pensamientos ni las intenciones o alguna de las cosas secretas del corazón. (Policarpo
- 135 d.C.)
Dios, también quiere que nosotros ofrezcamos en el
altar el don, con frecuencia y sin cesar nunca. Porque hay un altar en los
cielos, al que todas nuestras oblaciones se dirigen; y un templo, como Juan
dice en el Apocalipsis: «Se abrió el templo de Dios» (Apocalipsis 11:19); y
sobre el santuario: «Apareció el santuario de Dios, en el que habitará junto
con los hombres» (Apocalipsis 21:3). (Ireneo - 180 d.C.)
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