martes, 15 de diciembre de 2015

Altar


Que nadie se engañe. Si alguno no está dentro del límite del altar, carece de pan [de Dios]. Porque si la oración de uno y otro tiene una fuerza tan grande, ¡cuánto más la del obispo y la de toda la Iglesia! Por lo tanto, todo el que no acude a la congregación, con ello muestra su orgullo y se ha separado él mismo. (Ignacio - 50-100)  

Apresúrense a congregarse, como en un solo templo, Dios; como ante un altar, Jesucristo, que vino de un Padre y está con un Padre y ha partido a un Padre. (Ignacio - 50-100 d.C.)  

Nuestras viudas deben ser sobrias en lo que se refiere a la fe del Señor, haciendo intercesión sin cesar por todos los hombres, absteniéndose de toda calumnia, de hablar con malicia, dar falso testimonio, amar el dinero y toda cosa mala, sabiendo que son el altar de Dios, y que todos los sacrificios son inspeccionados cuidadosamente, y nada escapa de Él, ni sus pensamientos ni las intenciones o alguna de las cosas secretas del corazón. (Policarpo - 135 d.C.)  

Dios, también quiere que nosotros ofrezcamos en el altar el don, con frecuencia y sin cesar nunca. Porque hay un altar en los cielos, al que todas nuestras oblaciones se dirigen; y un templo, como Juan dice en el Apocalipsis: «Se abrió el templo de Dios» (Apocalipsis 11:19); y sobre el santuario: «Apareció el santuario de Dios, en el que habitará junto con los hombres» (Apocalipsis 21:3). (Ireneo - 180 d.C.)
 

 

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