Entre
nosotros fácilmente podrán encontrar gentes sencillas, y artesanos, que si de
palabra no son capaces de mostrar con razones la utilidad de su religión,
muestran con las obras que han hecho una elección buena. Porque no se dedican a
aprender discursos de memoria, sino que manifiestan buenas acciones: no hieren
al que los hiere, no llevan a los tribunales al que les despoja, dan a todo el
que pide y aman al prójimo como a sí mismos. (Atenágoras - 177 d.C.)
Hemos
aprendido a no devolver golpe por golpe ni tampoco a presentar demandas en
contra de los que nos saquean y roban. No sólo eso, sino que a los que nos den
en una mejilla, hemos aprendido a volverle la otra también. (Atenágoras - 177
d.C.)
Será
lícito seguir una profesión que emplea la espada, cuando el Señor proclama que
‘todos los que tomen la espada, a espada perecerán’? ¿Participará el hijo de la
paz en la batalla, cuando ni siquiera conviene que lleve sus pleitos ante la
ley? ¿Podrá usar la cadena, la cárcel, la tortura y el castigo, cuando ni
siquiera se venga de la injusticia? (Tertuliano - 197 d.C.)
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