I. Los cristianos no están bajo la ley
En efecto, el Señor, por medio de todos sus
profetas, nos ha manifestado que no tiene necesidad ni de sacrificios ni de
holocaustos ni de ofrendas, diciendo en una ocasión: ¿Qué se me da a mí de la
muchedumbre de sus sacrificios?—dice el Señor—. Harto estoy de sus
holocaustos…… Ahora bien, todo eso (el Antiguo Pacto) lo invalidó el Señor, a
fin de que la nueva ley de nuestro Señor Jesucristo, que no está sometida al
yugo de la necesidad, tenga una ofrenda no hecha por mano de hombre. Y así dice
de nuevo a ellos: ¿Acaso fui yo quien mandé a sus padres, cuando salían de la
tierra de Egipto, que me ofrecieran holocaustos y sacrificios? ¿0 no fue más
bien esto lo que les mandé, a saber: que ninguno de ustedes guarde en su
corazón rencor contra su hermano y que no amaran el falso juramento? (Bernabé -
150 d.C.)
Es absurdo hablar de Jesucristo y al mismo
tiempo practicar el Judaísmo. Porque el Cristianismo no creyó (se unió) en el
Judaísmo, sino el Judaísmo en el Cristianismo, en el cual toda lengua que creyó
fue reunida a Dios. (Ignacio - 50-100 d.C.)
Porque el que hizo los cielos y la tierra y
todas las cosas que hay en ellos, y nos proporciona todo lo que necesitamos, no
puede Él mismo necesitar ninguna de estas cosas que El mismo proporciona a
aquellos que se imaginan que están dándoselas a Él. Pero los que creen que le
ofrecen sacrificios con sangre y sebo y holocaustos, y le honran con estos
honores, me parece a mí que no son en nada distintos de los que muestran el
mismo respeto hacia las imágenes sordas; porque los de una clase creen
apropiado hacer ofrendas a cosas incapaces de participar en el honor, la otra
clase a uno que no tiene necesidad de nada. (Diogneto - 125-200)
«El Señor me mandó en aquel momento enseñaros
estos preceptos y mandatos» (Deuteronomio 4:14). Por este motivo en el Nuevo
Testamento de la libertad abolió los mandamientos que les había dado como en
figura para el estado de servidumbre… (Ireneo - 180 d.C.)
Toda la enorme multitud de justos que existieron
antes de Abraham, así como todos los patriarcas que vivieron antes de Moisés,
fueron justificados sin lo que hemos dicho… (Ireneo - 180 d.C.)
Y la antigua Sinagoga tenía por marido la Ley…
Por lo tanto no necesitamos de la ley como pedagogo; he aquí que nosotros
hablamos con el Padre y estamos en su presencia convertidos en niños sin
malicia y afincados en la justicia y honestidad… (Ireneo - 180 d.C.)
II. El significado espiritual de la Ley
Y lo que Moisés dijo: No comerán cerdo ni águila, ni gavilán
ni cuervo, ni pez alguno que no tenga escamas, no es sino que tomó tres
símbolos en inteligencia. Por lo demás, se dice en el Deuteronomio: Y estableceré
con este pueblo justificaciones. Luego no está el mandamiento del Señor en no
comer, sino que Moisés habló en espíritu. Ahora bien, el cerdo lo dijo por lo
siguiente: "No te juntarás—dice—-con hombres tales que son semejantes a
los cerdos; es decir, que cuando lo pasan prósperamente, se olvidan del Señor,
y cuando se ven necesitados, reconocen al Señor, al modo que el cerdo, cuando
come, no sabe de su señor; mas cuando tiene hambre, gruñe y, una vez que toma
su comida, vuelve a callar. Tampoco comerás el águila, ni el gavilán, ni el
milano, ni el cuervo. No te juntarás—dice—ni te asemejarás a hombres tales, que
no saben procurarse el alimento por medio del trabajo y del sudor, sino que
arrebatan en su iniquidad lo ajeno, y acechan como si anduvieran en sencillez,
y miran por todas partes a quién despojar por medio de su avaricia, al modo que
estas aves son las únicas que no se procuran a si mismas su alimento, sino que,
posadas ociosamente, buscan la manera de devorar las carnes ajenas, siendo
perniciosas por su maldad. Y no comerás—dice—la morena ni el pólipo ni la
sepia. No te asemejarás—dice, juntándote con ellos, a hombres tales, que son
impíos hasta el cabo y están ya condenados a muerte, al modo que estos peces,
que son los únicos maldecidos, se revuelcan en el fondo del mar y no nadan como
los otros, sino que habitan en la tierra del fondo. Mas tampoco comerás liebre.
¿Por qué? No serás corruptor ni te asemejarás a los tales. Porque la liebre
multiplica cada año su ano, pues cuantos años vive, tantos agujeros tiene. En
conclusión, tomando Moisés tres símbolos sobre los alimentos, así habló en
espíritu mas ellos lo entendieron, conforme al deseo de la carne, como si se
tratara de la comida. (Bernabé - 150 d.C.)
Pasando a otro punto, también acerca del sábado, se escribe
en el decálogo, es decir, en las diez palabras que habló Dios en el monte Sinaí
a Moisés cara a cara: Y santifiquen el sábado del Señor con manos limpias y
corazón puro. Y en otro lugar dice: Si mis hijos guardaren el sábado,
entonces pondré sobre ellos mi misericordia. Del sábado habla al principio de
la creación: E hizo Dios en seis días las obras de sus manos y las acabó en el
día séptimo, y descansó en él y lo santificó. Atiendan, hijos, qué quiere decir
lo de: Los acabó en seis días. Esto significa que en seis mil años consumará
todas las cosas el Señor, pues un día es para Él mil años. Lo cual, Él mismo lo
atestigua, diciendo: He aquí que el día del Señor será como mil años. Por lo
tanto, hijos, en seis días, es decir, en los seis mil años, se consumarán todas
las cosas. Y descansó en el día séptimo. Esto quiere decir: Cuando venga su
hijo y destruya el siglo del inicuo y juzgue a los impíos y mudare el sol, la
luna y las estrellas, entonces descansará de verdad en el día séptimo. Y por
contera dice: Lo santificarás con manos limpias y corazón puro. Ahora, pues, si
pensamos que pueda nadie santificar, sin ser puro de corazón, el día que
santificó Dios mismo, nos equivocamos de todo en todo. Consiguientemente,
entonces por nuestro descanso lo santificaremos de verdad, cuando, justificados
nosotros mismos y en posesión ya de la promesa, seremos capaces de
santificarlo; es decir, cuando ya no exista la iniquidad, sino que nos hayamos
vuelto todos nuevos por el Señor, entonces, si, santificados primero nosotros,
podremos santificar el día séptimo. Por último, les dice: Vuestros novilunios y
vuestros sábados no los aguanto. Miren cómo dice: No me son aceptables sus
sábados de ahora, sino el que yo he hecho, aquél en que, haciendo descansar todas
las cosas, haré el principio de un día octavo, es decir, el principio de otro
mundo. . Por eso justamente nosotros celebramos también el día octavo (El
Domingo) con regocijo, por ser día en que Jesús resucitó de entre los muertos
y, después de manifestado, subió a los cielos. (Bernabé - 150 d.C.)
Por eso aun en nuestros tiempos lo que se lee en la Ley les
parece una fábula a los judíos. Es que no tienen aquello que lo explica todo,
como es lo que toca a la venida del Hijo de Dios hecho hombre. En cambio para
los cristianos, cuando lo leen, se convierte en el tesoro escondido en el
campo, revelado y explicado por la cruz de Cristo… (Ireneo - 180 d.C.)
Nosotros afirmamos que la ley tiene un doble sentido, el
literal y el espiritual, lo cual fue enseñado ya por algunos de nuestros
predecesores. No somos nosotros, sino el mismo Dios hablando por uno de sus
profetas quien dice que la ley en sentido literal es «juicios que no son
buenos» y «mandamientos que no son buenos»; en cambio, el sentido espiritual,
se dice en el mismo profeta que habla de parte de Dios, que es «juicios buenos»
y «mandamientos buenos». El profeta no se contradice patentemente en un mismo
pasaje, sino que el mismo Pablo, de acuerdo con esto, dijo que «la letra», que
equivale al sentido literal, mata, pero el «espíritu» que es lo mismo que decir
el sentido espiritual, vivifica. En efecto, se puede hallar en Pablo algo
semejante a lo que algunos piensan que es contradictorio en el pronta. Así,
Ezequiel dice en un lugar: «Les di juicios que no eran buenos y mandamientos
que no eran buenos, por lo cual no podrán tener vida en ellos», y en otro
lugar: «Les di juicios buenos y mandamientos buenos, por lo cual tendrán vida
en ellos.» Así también Pablo, cuando quiere atacar el sentido literal de la ley
dice: «Si el ministerio de la muerte, grabado con letras en las piedras se hizo
con gloria, hasta el punto de que los hijos de Israel no podían mirar al rostro
de Moisés a causa de la gloria de aquel rostro, que tenía que desvanecerse,
¿cómo no será más glorioso el ministerio del espíritu?» Pero cuando se pone a
admirar y a aceptar la ley, la llama espiritual diciendo: «Sabemos que la ley
es espiritual» y la acepta con estas palabras: «De suerte que la ley es santa,
y el mandamiento es santo y justo y bueno» (Orígenes -
225 d.C.)
Nosotros, los que somos de la Iglesia, recibimos a Moisés
con sobrada razón, y leemos sus escritos, pensando que él, como profeta a quien
Dios se ha revelado, ha descrito en símbolos, alegorías y figuras los misterios
futuros, que nosotros enseñamos que se han cumplido a su tiempo. El que no
comprenda esto en este sentido, ya sea judío o de los nuestros, no puede ni
siquiera mantener que Moisés sea profeta… (Orígenes -
225 d.C.)
III. El propósito de la ley
También llamó a la Ley nuestro pedagogo hasta la venida de
Jesucristo. ¡Que no se culpe a la Ley por la incredulidad de algunos! Pues la
Ley a nadie prohibió creer en el Hijo de Dios. (Ireneo -
180 d.C.)
El Señor no abolió los preceptos naturales de la Ley, por
los cuales se justifica el ser humano, los cuales incluso guardaban antes de la
Ley aquellos que fueron justificados por la fe y agradaban a Dios; por el
contrario, los amplió y llevó a la perfección como lo muestran sus palabras:
«Se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio. Pero yo les digo: todo aquel
que viere a una mujer para desearla, ya ha cometido adulterio con ella en su
corazón» (Mateo 5:27-28). Y añadió: «Se ha dicho: No matarás. Pero yo les digo:
todo el que sin motivo se enoje contra su hermano, es reo de juicio» (Mateo 5:21-22).
Y: «Se ha dicho: No perjurarás. Pero yo os digo que no debéis jurar en
absoluto. Que sus palabras sean: Sí, sí, y no, no» (Mateo 5:33-34.7). Y otras
cosas parecidas… Y es que la Ley, como había sido promulgada para siervos,
educaba mediante acciones externas y corporales, ajenas al alma, tratando de
atraerla como quien la ata a la obediencia a los preceptos, a fin de que los
seres humanos aprendiesen a someterse a Dios. (Ireneo -
180 d.C.)
Como un arquitecto proyectaba la construcción de la obra
salvadora… Cuando andaban errando en el desierto, les dio la más adecuada de
las leyes… De muchas maneras preparó al género humano a fin de que la salvación
le viniese como una sinfonía. (Ireneo - 180
d.C.)
De esta manera dio al pueblo las leyes para fabricar la
tienda y el templo, para elegir a los levitas, y para establecer el servicio de
los sacrificios, oblaciones y ritos de purificación. No porque necesitase algo
de esto… «Todo esto les sucedía en figura; y se ha escrito para instrucción de
quienes venimos al final de los tiempos» (1 Corintios 10:11). Por los tipos
aprendían a temer a Dios y a perseverar en su servicio… De esta manera la Ley
era para ellos una educación y una profecía de los bienes futuros. Pues en un
principio Dios amonestó a los seres humanos por medio de los preceptos
naturales que desde el inicio inscribió en su naturaleza, es decir por los diez
mandamientos… (Ireneo - 180 d.C.)
Prueba de que estas prácticas (de la ley) no justificaban al
ser humano, sino que servían de signo al pueblo, es que Abraham «creyó y le fue
reputado a justicia, hasta el punto de llamarse el amigo de Dios» (Santiago 2:23;
Génesis 15:6), sin la circuncisión y sin la observancia del sábado… Toda la
enorme multitud de justos que existieron antes de Abraham, así como todos los
patriarcas que vivieron antes de Moisés, fueron justificados sin lo que hemos
dicho… (Ireneo - 180 d.C.)
Además, se les dio como una figura de los bienes
celestiales, porque los seres humanos aún no eran capaces de soportar a ojo
desnudo la visión de las cosas divinas; también prefiguró las realidades de la
Iglesia, a fin de que se afirmase nuestra fe; pues llevaba en sí la profecía de
los bienes futuros, con el objeto de enseñar al género humano que Dios conoce
de antemano todas las cosas… (Ireneo - 180
d.C.)
Y aun es posible que la filosofía fuera dada directamente
(por Dios) a los griegos antes de que el Señor los llamase: porque era un
pedagogo para conducir a los griegos a Cristo, como la ley lo fue para los
hebreos (Gálatas 3:24). La filosofía es una preparación que pone en camino al
hombre que ha de recibir la perfección por medio de Cristo... (Clemente de
Alejandría - 195 d.C.)
…en aquello más esencial que procede del mismo Dios, esto es, el alma,
que ha recibido el sello del ser divino en lo que se refiere a la libertad de
arbitrio y de decisión. De no ser así, no se hubiese impuesto una ley a un ser
que no habría sido capaz de prestar un obsequio libre a esta ley; ni se hubiera
señalado castigo de muerte a la transgresión de la misma, si no se hubiera dado
por supuesto que había en el hombre libertad para despreciar la ley… Para esto
se dio la ley, la cual no anula, sino que pone a prueba la libertad con que uno
o libremente se somete o libremente la traspasa. Por esto tenían que estar
ambos caminos abiertos al libre arbitrio... (Tertuliano - 197 d.C.)
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