miércoles, 16 de diciembre de 2015

Ofrendas


I. Exhortación y consejos sobre las ofrendas  

Debes dar a cualquiera que te pida, y no reclamar nada, puesto que el Padre quiere que los bienes recibidos de su propia gracia, sean distribuidos entre todos. Dichoso aquel que da conforme al mandamiento; el tal, será sin falta. Desdichado del que reciba. Si alguno recibe algo estando en la necesidad, no se hace acreedor a reproche ninguno; pero aquel que acepta alguna cosa sin necesitarlo, dará cuenta de lo que ha recibido y del uso que ha hecho de la limosna. Encarcelado, sufrirá interrogatorio por sus actos, y no será liberado hasta que haya pasado el último centavo. Es con este motivo, que ha sido dicho: «¡Antes de dar limosna, déjala sudar en las manos, hasta que sepas a quien la das!» (Didaché - 80-140 d.C.)  

Ni tiendas la mano para recibir, ni la tengas cerrada cuando se trate de dar. Si posees algunos bienes como fruto de tu trabajo, no pagarás el rescate de tus pecados. No estés indeciso cuando se trate de dar, ni regañes al dar algo, porque conoces al dispensador de la recompensa. No vuelvas la espalda al indigente; reparte lo que tienes con tu hermano, y no digas que lo tuyo te pertenece, porque si las cosas inmortales os son comunes, ¿con cuánta mayor razón deberá serlo lo perecedero? (Didaché - 80-140 d.C.)  

Al salir el apóstol, deben proveerle de pan para que pueda ir a la ciudad donde se dirija: si pide dinero, es un falso profeta. ... El profeta, que hablando por el espíritu, ordenare la mesa y comiere de ella, es un falso profeta. El profeta que enseñare la verdad, pero no hiciere lo que enseña, es un falso profeta. Si alguien, hablando por el espíritu, les pidiere dinero u otra cosa, no le hagan caso; pero si aconseja se dé a los pobres, no le juzguen…. Si el que viniere a ustedes, fuere un pobre viajero, socórranlo cuanto puedan; pero no debe quedarse en su casa más de dos o tres días. Si quisiere permanecer entre ustedes como artista, que trabaje para comer; si no tuviese oficio ninguno, procuren según su prudencia a que no quede entre ustedes ningún cristiano ocioso. Si no quisiere hacer esto, es un negociante del cristianismo, del cual se alejarán. El verdadero profeta, que quisiere fijar su residencia entre ustedes, es digno del sustento; porque un doctor verdadero, es también un artista, y por tanto digno de su alimento. Tomarás tus primicias de la era y el lagar, de los bueyes y de las cabras y se las darás a los profetas, porque ellos son sus grandes sacerdotes. Al preparar una hornada de pan, toma las primicias, y dalas según el precepto. Lo mismo harás al empezar una vasija de vino o de aceite, cuyas primicias destinarás a los profetas. En lo concerniente a tu dinero, tus bienes y tus vestidos, señala tú mismo las primicias y haz según el precepto. (Didaché - 80-140 d.C.)  

Hagan sus oraciones, sus limosnas y todo cuanto hicieren, según los preceptos dados en el Evangelio de nuestro Señor. (Didaché - 80-140 d.C.) 

No seas de los que extienden la mano para recibir y la encogen para dar. Amarás como a la niña de tus ojos a todo el que te habla del Señor… No vacilarás en dar, ni cuando des murmurarás, sino que conocerás quien es el buen pagador de tu galardón. (Bernabé - 150 d.C.)  

…Y eran todos humildes en el ánimo y libres de arrogancia, mostrando sumisión en vez de reclamarla, más contentos de dar que de recibir (Clemente de Roma v30-100 d.C.)  

Que los ricos ministren a los pobres; que los pobres den gracias a Dios, porque Él les ha dado a alguno por medio del cual son suplidas sus necesidades. (Clemente de Roma - 30-100 d.C.)  

Esperen el juicio que viene. Así pues, los que tienen más que suficiente, busquen a los hambrientos, en tanto que la torre no está terminada; porque una vez que la torre haya sido terminada, desearán hacer bien y no hallarán oportunidad de hacerlo. Miren, pues, los que se alegrarán en su riqueza, que los que están en necesidad no giman, y su gemido se eleve al Señor, y ustedes con su [abundancia de] cosas buenas halléis cerrada la puerta de la torre. (Hermas - 150 d.C.)  

Haz lo que es bueno, y de todas tus labores, que Dios te da, da a todos los que están en necesidad generosamente, sin hacer preguntas sobre a quién has de dar y a quién no has de dar. Da a todos, porque Dios desea que todos reciban de su abundancia. Los que reciben, pues, tendrán que dar cuenta a Dios de por qué lo han recibido y a qué fin; porque los que reciben en necesidad no serán juzgados, pero los que reciben con pretextos simulados recibirán el castigo. Así pues, el que da es inocente; porque como recibe del Señor el servicio a ejecutar, lo ha ejecutado en sinceridad, sin hacer distinción entre a quién da y a quién no da. Esta administración, pues, cuando es ejecutada sinceramente, pasa a ser gloriosa a la vista de Dios. (Hermas - 150 d.C.)  

Ahora bien, ¿puede un Espíritu divino recibir dinero y profetizar? No es posible que un profeta de Dios haga esto… (Hermas - 150 d.C.)  

«Escucha», contestó; «el rico tiene mucha riqueza pero en las cosas del Señor es pobre, pues las riquezas le distraen y su confesión e intercesión al Señor es muy escasa; y aun cuando da, es poco y débil, y no tiene poder de arriba. Así pues, cuando el rico va al pobre y le ayuda en sus necesidades, creyendo que por lo que hace al pobre recibirá recompensa de Dios —porque el pobre es rico en intercesión [y confesión], y su intercesión tiene gran poder con Dios—, el rico, pues, suple todas las cosas al pobre sin titubear. Pero el pobre, siendo provisto por el rico, hace intercesión por él, dando gracias a Dios por el (rico) que le ha dado a él. Y el otro es todavía más celoso de ayudar al pobre, para que pueda seguir viviendo; porque sabe que la intercesión del pobre es aceptable y rica delante de Dios. Los dos, pues, cumplen su obra; el pobre haciendo intercesión, en que es rico [y que él recibe del Señor]; y la devuelve, otra vez, al Señor que se la proporciona. El rico, también, de igual manera provee al pobre, sin vacilar, las riquezas que ha recibido del Señor. Y esta obra es grande y aceptable a Dios, porque (el rico) entiende (el objeto) de sus riquezas, y provee para el pobre de los tesoros del Señor, y realiza el servicio del Señor rectamente. (Hermas - 150 d.C.)  

Los que tienen las manchas son diáconos que ejercieron mal su oficio, y saquearon la sustancia de viudas y huérfanos, e hicieron ganancia para sí con las administraciones que habían recibido para ejecutar. Estos, pues, si permanecen en el mismo mal deseo, son muertos y no hay esperanza de vida para ellos… (Hermas - 150 d.C.)  

Pero ellos, y a mi juicio con toda razón, no quieren enseñar abiertamente a todos, sino sólo a quienes pueden pagar bien por tales misterios. Pues estas cosas no se parecen a aquéllas de las que dijo el Señor: «Den gratis lo que gratis han recibido» (Mateo 10:8). (Ireneo - 180 d.C.)  

«Quien se compadece del pobre presta a Dios» (Proverbios 19:17). Mas aunque Dios no tenga necesidad de nada, recibe nuestras buenas obras a fin de darnos en retorno sus propios bienes, como dice nuestro Señor: «Vengan, benditos de mi Padre, a recibir el reino preparado para ustedes; porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, vagué peregrino y me recibieron, desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y vinieron a verme» (Mateo 25:34-36). Así como él no necesita de estas cosas, y sin embargo quiere que las hagamos en favor de nosotros mismos, así también el Verbo mismo mandó al pueblo que ofreciera oblaciones aunque él no las necesitaba, sino para que aprendiera a servir a Dios… (Ireneo - 180 d.C.)  

Por amor a otro él se hace pobre a sí mismo, para que no pase por alto ningún hermano que tenga necesidad. Comparte, especialmente si cree que él puede soportar la pobreza mejor que su hermano. También considera que el sufrir de otro es su propio sufrir. Y si sufre algo por haber compartido de su propia pobreza, no se queja. (Clemente de Alejandría - 195 d.C.)  

Para mantener esta hermandad, Dios quiere que hagamos siempre el bien, nunca el mal. Y Él mismo nos enseña en qué consiste hacer el bien: ayudar a los humildes y desgraciados, dar de comer a los que no tengan alimento. Siendo piadoso, quiso que los hombres vivamos en sociedad y que veamos en cada persona nuestra misma naturaleza. No merecemos ser librados en los peligros si no socorremos a los demás; ni recibir auxilio si lo negamos nosotros… (Lactancio - 304-313 d.C.)  

II. Recompensas por ayudar a los necesitados  

El dar limosna es, pues, una cosa buena, como el arrepentirse del pecado. El ayuno es mejor que la oración, pero el dar limosna mejor que estos dos. Y el amor cubrirá multitud de pecados, pero la oración hecha en buena conciencia libra de la muerte. Bienaventurado el hombre que tenga abundancia de ellas. Porque el dar limosna quita la carga del pecado. (Segunda Clemente - 150 d.C.) 

Cuando puedan hacer bien, no lo demoren, porque la limosna libra de la muerte. (Policarpo - 135 d.C.)  

Por tanto, en vez de campos, compra almas que estén en tribulación, como puede cada cual, y visita a las viudas y los huérfanos, y no lo descuides; y gasta tus riquezas y todos tus recursos, que has recibido de Dios, en campos y casas de esta clase. Porque para este fin les ha enriquecido el Señor, para que puedan ejecutar estos servicios suyos. Es mucho mejor comprar campos [y posesiones] y casas de esta clase, que hallarás en tu propia ciudad cuando vayas a residir a ella. Este dispendio abundante es hermoso y gozoso y no trae tristeza ni temor, sino gozo. (Hermas - 150 d.C.)  

Digo, además, que todo hombre debe ser rescatado de la desgracia; porque el que tiene necesidad, y sufre desgracias en su vida diaria, está en gran tormento y necesidad. Así pues, todo el que rescata de la penuria una vida de esta clase, obtiene un gran gozo para sí mismo. Porque el que es hostigado por la desgracia de esta clase es afligido y torturado con igual tormento que el que está en cadenas. Porque muchos hombres, a causa de calamidades de esta clase, como ya no lo pueden resistir más, recurren a la violencia contra ellos mismos. Por tanto, el que conoce la calamidad de un hombre de esta clase y no lo rescata, comete un gran pecado, y se hace culpable de la sangre del mismo. Hagan, pues, buenas obras todos los que hayáis recibido (beneficios) del Señor. (Hermas - 150 d.C.)  

Pero todo el que toma sobre sí la carga de su prójimo, todo el que desea beneficiar a uno que es peor en algo en lo cual él es superior, todo el que provee a los que tienen necesidad las posesiones que ha recibido de Dios, pasa a ser un dios para aquellos que lo reciben de él, es un imitador de Dios. (Diogneto - 125-200)  

Nosotros tenemos por patria el paraíso… ¡Qué alegría tan grande para ellos y nosotros llegar a su presencia y abrazarlos, qué placer disfrutar allá del reino del cielo sin temor de morir y qué dicha tan soberana y perpetua con una vida sin fin! …allí los galardonados por su misericordia, que hicieron obras buenas, socorriendo a los pobres con limosnas, que, por cumplir los preceptos del Señor, transfirieron su patrimonio terreno a los tesoros del cielo. Corramos, hermanos amadísimos, con insaciable anhelo tras éstos, para estar enseguida con ellos; deseemos llegar pronto a Cristo. Vea Dios estos pensamientos, y que Cristo contemple estos ardientes deseos de nuestro espíritu y fe; Él otorgará mayores mercedes de su amor a los que tuvieren mayores deseos de Él… (Cipriano - 250 d.C.)  

III. Ser amigos con las riquezas injustas  

Y sabiendo que nosotros también obraríamos bien al poseer algo recibido de otros, dijo: «El que tenga dos túnicas dé una al que no tenga, y haga lo mismo quien tenga comida» (Lucas 3:11); y: «Tuve hambre y me dieron de comer, desnudo y me vistieron» (Mateo 25:35-36); y: «Cuando des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha» (Mateo 6:3). Lo mismo se diga de todas las obras de beneficencia por las cuales somos justificados, como si redimiéramos lo nuestro al dar de lo ajeno. Y digo de lo ajeno, no porque el mundo sea ajeno a Dios, sino porque hemos recibido de otros esos bienes, así como los hebreos los recibieron de los egipcios que no conocían a Dios. Y usándolos construimos en nosotros mismos el santuario de Dios, en cuanto Dios habita en quienes hacen el bien. Como dice el Señor: «Hagan amigos con el dinero inicuo, para que ellos, cuando se los eche, les reciban en los eternos tabernáculos» (Lucas 16:9). Nosotros, pues, somos justificados como creyentes cuando convertimos en utilidad para el Señor aquello que como paganos habíamos adquirido de la injusticia… (Ireneo - 180 d.C.) 

IV. Como ofrendaban en el culto  

El día que se llama del sol [el domingo], se celebra una reunión de todos los que viven en las ciudades o en los campos, y se leen los recuerdos de los Apóstoles o los escritos de los profetas, mientras hay tiempo… Los que tienen y quieren, dan libremente lo que les parece bien; lo que se recoge se entrega al que hace cabeza para que socorra con ello a huérfanos y viudas, a los que están necesitados por enfermedad u otra causa, a los encarcelados, a los forasteros que están de paso: en resumen, se le constituye en proveedor para quien se halle en la necesidad. Celebramos esta reunión general el día domingo… (Justino Mártir - 160 d.C.)  

Y si en la caja se pone algún dinero no es tributo del honor, ni precio con que la dignidad cristiana se compre ó se redima, sino voluntarios donativos de los congregantes; que cada uno da una monedilla cada mes, ó cuando quiere ó cuando puede, ó de la manera que quiere; que la donación es graciosa. Esta suma es el depósito de la piedad que de allí se saca, no para gastos de banquetes, ni para bebidas desordenadas, ni para voluntarias glotonerías, sino para sustentar y enterrar pobres, para alimentar niños y niñas huérfanos de padres y de hacienda, para viejos que no pueden salir de casa, para los que padecieron naufragio, para los presos en las cárceles, para los desterrados á las islas y para los condenados á las minas por causa de religión tan solamente. Todos estos son ahijados que cría la religión, porque su confesión los sustenta… (Tertuliano - 197 d.C.)

 

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