Cuando
se reúnan en el domingo del Señor, partan el pan, y para que el sacrificio sea
puro, den gracias después de haber confesado sus pecados. (Didaché - 80-140
d.C.)
Pasando
a otro punto, también acerca del sábado, se escribe en el decálogo, es decir,
en los diez mandamientos que habló Dios en el monte Sinaí a Moisés cara a cara:
Y santificad el sábado del Señor con manos limpias y corazón puro. Y en otro
lugar dice: Si mis hijos guardaren el sábado, entonces pondré sobre ellos mi
misericordia. Del sábado habla al principio de la creación: E hizo Dios en seis
días las obras de sus manos y las acabó en el día séptimo, y descansó en él y
lo santificó. Atended, hijos, qué quiere decir lo de: las acabó en seis días.
Esto significa que en seis mil años consumará todas las cosas el Señor, pues un
día es para Él mil años. Lo cual, Él mismo lo atestigua, diciendo: He aquí que
el día del Señor será como mil años. Por lo tanto, hijos, en seis días, es
decir, en los seis mil años, se consumarán todas las cosas. Y descansó en el
día séptimo. Esto quiere decir: Cuando venga su hijo y destruya el siglo del
inicuo y juzgue a los impíos y mudare el sol, la luna y las estrellas, entonces
descansará de verdad en el día séptimo. Y por contera dice: Lo santificarás con
manos limpias y corazón puro. Ahora, pues, si pensamos que pueda nadie
santificar, sin ser puro de corazón, el día que santificó Dios mismo, nos
equivocamos de todo en todo. Consiguientemente, entonces por nuestro descanso
lo santificaremos de verdad, cuando, justificados nosotros mismos y en posesión
ya de la promesa, seremos capaces de santificarlo; es decir, cuando ya no
exista la iniquidad, sino que nos hayamos vuelto todos nuevos por el Señor,
entonces, si, santificados primero nosotros, podremos santificar el día
séptimo. Por último, les dice: sus novilunios y sus sábados no los aguanto.
Mirad cómo dice: No me son aceptables sus sábados de ahora, sino el que yo he
hecho, aquél en que, haciendo descansar todas las cosas, haré el principio de
un día octavo, es decir, el principio de otro mundo. Por eso justamente
nosotros celebramos también el día octavo (El Domingo) con regocijo, por ser
día en que Jesús resucitó de entre los muertos y, después de manifestado, subió
a los cielos. (Bernabé - 150 d.C.)
Así
pues, si los que habían andado en prácticas antiguas alcanzaron una nueva
esperanza, sin observar ya los sábados, sino moldeando sus vidas según el día
del Señor, en el cual nuestra vida ha brotado por medio de Él. (Ignacio - 50-100
d.C.)
…
ni observan la superstición de los judíos… Pero, además, sus escrúpulos con
respecto a las carnes, y su superstición con referencia al sábado y la vanidad
de su circuncisión y el disimulo de sus ayunos y lunas nuevas, yo [no] creo que
sea necesario que tú aprendas a través de mí que son ridículas e indignas de
consideración alguna. Y en cuanto al guardar la observancia de meses y de días,
¿quién podría considerar esto como una exhibición de piedad y no mucho más de
necedad? (Epístola a Diogneto - 125-200)
El
día que se llama del sol [el domingo], se celebra una reunión de todos los que
viven en las ciudades o en los campos… Celebramos esta reunión general el
domingo, por ser el primero, en que Dios, transformando las tinieblas y la
materia, hizo el mundo; y también porque es el día en que Jesucristo, Nuestro
Salvador, resucitó de entre los muertos; pues hay que saber que le entregaron
en el día anterior al de Saturno [sábado], y en el siguiente—que es el día
domingo—, apareciéndose a sus Apóstoles y discípulos, nos enseñó esta misma
doctrina que exponemos a vuestro examen. (Justino Mártir - 160 d.C.)
Prueba
de que estas prácticas (de la ley) no justificaban al ser humano, sino que
servían de signo al pueblo, es que Abraham «creyó y le fue reputado a justicia,
hasta el punto de llamarse el amigo de Dios» (Santiago 2:23; Génesis 15:6), sin
la circuncisión y sin la observancia del sábado... Toda la enorme multitud de
justos que existieron antes de Abraham, así como todos los patriarcas que
vivieron antes de Moisés, fueron justificados sin lo que hemos dicho… (Ireneo -
180 d.C.)
…el
Señor descansó de todas sus obras (Génesis 2:2-3), es decir, el verdadero
sábado de los justos en el cual ya no llevarán a cabo las obras de la tierra,
sino que hallarán preparada la mesa del Señor, que los alimentará con toda
suerte de manjares. (Ireneo - 180 d.C.)
En
el libro anterior mostramos que levitas y sacerdotes son todos los discípulos
del Señor, los cuales profanan el sábado en el templo, sin cometer falta… (Ireneo
- 180 d.C.)
La
Ley… Ya no mandará guardar un día de descanso al que todos los días observa el
sábado, es decir, al que rinde culto a Dios en el templo de Dios que es el
cuerpo del hombre y practica siempre la justicia. (Ireneo - 180 d.C.)
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