miércoles, 16 de diciembre de 2015

Sangre de Cristo


Porque el Señor soportó entregar su carne a la destrucción, a fin de que fuéramos nosotros purificados por la remisión de nuestros pecados, lo que se nos concede por la aspersión de su sangre. Acerca de esto, efectivamente, está escrito, parte que se refiere a Israel, parte a nosotros, y dice así: Fue herido por nuestras iniquidades y debilitado por nuestros pecados: Con su llaga fuimos nosotros sanados. Fue conducido como oveja al matadero y como cordero estuvo mudo delante del que le trasquila. (Bernabé - 150 d.C.)  

Pongamos nuestros ojos en la sangre de Cristo y démonos cuenta de lo precioso que es para su Padre, porque habiendo sido derramado por nuestra salvación, ganó para todo el mundo la gracia del arrepentimiento. (Clemente de Roma - 30-100 d.C.)  

Y además le dieron una señal (a Rahab la ramera) que debía colgar fuera de la casa un cordón de grana, mostrando con ello de antemano que por medio de la sangre del Señor habrá redención para todos los que creen y esperan en Dios. (Clemente de Roma - 30-100 d.C.)  

Por el amor que sintió hacia nosotros, Jesucristo nuestro Señor dio su sangre por nosotros por la voluntad de Dios, y su carne por nuestra carne, y su vida por nuestras vidas. (Clemente de Roma - 30-100 d.C.)  

No tengo deleite en el alimento de la corrupción o en los deleites de esta vida. Deseo el pan de Dios, que es la carne de Cristo, que era del linaje de David; y por bebida deseo su sangre, que es amor incorruptible. (Ignacio - 50-100 d.C.) 

Sed cuidadosos, pues, observando una eucaristía (porque hay una carne de nuestro Señor Jesucristo y una copa en unión en su sangre; hay un altar, y hay un obispo, junto con el presbiterio y los diáconos mis consiervos), para que todo lo que hagáis sea según Dios. (Ignacio - 50-100 d.C.)  

Nuestro Cristo, quien sufrió y fue crucificado, no cayó bajo la maldición de la ley. Al contrario, él manifestó que sólo él podrá salvar a los que no se aparten de su fe… Como la sangre de la pascua salvó a los que estaban en Egipto, así mismo la sangre de Cristo salva de la muerte a los que creen… (Justino Mártir - 160 d.C.)  

(Dios envió) su Hijo Jesucristo, el cual nos rescató de la apostasía mediante su sangre a fin de que fuésemos el pueblo santo el mismo que un día volverá de los cielos con el poder del Padre para juzgar a todos y para dar los bienes divinos a cuantos observen sus mandatos. (Ireneo - 180 d.C.)  

En otro pasaje subraya que Cristo sufrió, y que él mismo es el Hijo de Dios que por nosotros murió y nos redimió con su sangre, en el tiempo decidido (por el Padre): «Estando nosotros aún sin fuerzas, murió por los impíos en el momento determinado... Dios muestra su amor por nosotros en el hecho que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. ¡Con mayor razón, ahora que estamos justificados en su sangre, seremos salvados por él de su cólera! Si, en efecto, cuando aún éramos enemigos, nos hemos reconciliado con Dios por la sangre de su Hijo, con mayor razón, ahora que estamos reconciliados, seremos salvados en su vida» .Pablo declara con precisión que el mismo que ha sufrido y derramado su sangre por nosotros es Cristo, el Hijo de Dios. (Ireneo - 180 d.C.) 

Así pues, el Señor nos redimió con su propia sangre (Colosenses 1:14), dando su vida por la nuestra y su carne por nuestra carne, y derramando el Espíritu del Padre para la unidad y comunión entre Dios y los hombres. Así trajo a Dios a los hombres mediante el Espíritu; y levantando los hombres a Dios por medio de su propia carne, por su venida nos otorgó su inmortalidad de manera firme y verdadera, mediante la comunión con él. (Ireneo - 180 d.C.)  

De este modo, no arrebató dolosamente lo ajeno, sino que asumió con justicia y benignidad lo que era suyo: con justicia en cuanto a la apostasía, pues con su sangre nos liberó de ella (Colosenses 1:14); y con benignidad respecto a nosotros, los que hemos sido redimidos… (Ireneo - 180 d.C.)  

Porque la sangre no puede provenir sino de las venas y de la carne, y de todo lo que forma la substancia del hombre, por la cual, habiéndola asumido verdaderamente el Verbo de Dios, nos redimió con su sangre. Como dice el Apóstol: «En él tenemos la redención por su sangre y la remisión de los pecados»… (Ireneo - 180 d.C.) 

Así salvó a los hijos de Israel, prefigurando de un modo misterioso la pasión de Cristo en la inmolación de un cordero inmaculado y en su sangre, derramada como garantía de inmunidad, para rociar las casas de los hebreos. Este misterio recibe el nombre de «Pasión», manantial de liberación… (Ireneo - 180 d.C.) 

Ya que había venido aquel a quien está reservado el reino del cielo; aquel que lavó su vestimenta en el vino y con sangre de la uva su manto. Su vestimenta igual que el manto, son quienes creen en Él, a los cuales también Él purificó, con su sangre; y su sangre dícese sangre de la uva, porque así como no es producto del hombre la sangre de la uva, sino de Dios que hace que se alegren aquellos que la beben, de igual forma su cuerpo y su sangre no son obra del hombre sino de Dios… (Ireneo - 180 d.C.)  

Con el Logos alimentaba ella a estos hijos que el mismo Señor dio a luz con dolores de carne, que el Señor envolvió en los pañales de su sangre preciosa. ¡Oh santos alumbramientos! ¡Oh santos pañales! El Logos lo es todo para el niño, padre, madre, pedagogo y nodriza. «Comed mi carne y bebed mi sangre», dice (Juan 6:53). Estos son los alimentos apropiados que el Señor nos proporciona generosamente: nos ofrece su carne, y derrama su sangre. Nada falta a los hijos para que puedan crecer... (Clemente de Alejandría - 195 d.C.)
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario