miércoles, 16 de diciembre de 2015

Tribulación


Bienaventurados sean, pues, cuantos sufran con paciencia la gran tribulación que viene, y cuantos no nieguen su vida… Pero tú dirás a Máximo: "He aquí viene tribulación (sobre ti) si tú crees apropiado negarme por segunda vez. El Señor está cerca de todos los que se vuelven a Él, como está escrito en Eldad y Modat, que profetizaron al pueblo en el desierto"» (Hermas - 150 d.C.)  

Tú has escapado de una gran tribulación por causa de tu fe, y porque, aunque viste una bestia tan inmensa, no dudaste en tu mente. Ve, pues, y declara a los elegidos del Señor sus obras poderosas, y diles que esta bestia es un tipo de la gran tribulación que ha de venir. Por tanto, si se preparan de antemano, y se arrepienten (y se vuelven) al Señor de todo corazón, podrán escapar de ella si su corazón es hecho puro y sin mácula y si durante el resto de los días de su vida sirven al Señor de modo intachable. (Hermas - 150 d.C.)  

Por eso la tribulación es necesaria para quienes se salvan; para que, en cierto modo triturados, molidos y dispersos por el poder del Verbo de Dios, sirvan cocidos para el banquete del Rey. Así se expresó uno de los nuestros que, condenado al martirio, fue arrojado a las fieras: «Soy trigo de Cristo, y me masticarán los dientes de las fieras, para que se me encuentre como trigo de Dios». (Ireneo - 180 d.C.)  

Y por eso, cuando al final de los siglos la Iglesia se levante, «habrá una tribulación como no la ha habido desde el principio ni la habrá» (Mateo 24:21): pues en los últimos tiempos los justos deberán luchar, y los vencedores recibirán la incorrupción como corona… Ananías, Azarías y Misael fueron arrojados al horno de fuego (Daniel 3:20), prueba que sirvió como profecía de lo que sucederá al fin de los tiempos, cuando los justos sufrirán la prueba del fuego… (Ireneo - 180 d.C.)
 
 
 

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