Fue,
pues, necesario que el Señor viniese a la oveja perdida para con tan grande
Economía realizar la recapitulación, y para volver a buscar la obra que él
mismo había plasmado; para salvar al mismo hombre hecho «a su imagen y
semejanza» (Génesis 1:26), es decir, al viejo Adán, una vez cumplidos los
tiempos «que el Padre había fijado con su poder» (Hechos 1:7), de la
condenación que había recaído sobre él por su desobediencia -porque todo plan
de salvación en favor del hombre se hacía según el beneplácito del Padre-, a
fin de que Dios no quedase vencido ni se perdiese su obra de arte. Pues, si el
hombre al que Dios había hecho para que viviese, al perder la vida herido por
la serpiente que lo había corrompido ya no hubiese podido volver a la vida,
sino que hubiese quedado enteramente abocado a la muerte, entonces Dios habría
sido vencido, y la maldad de la serpiente habría triunfado sobre el designio de
Dios. (Ireneo -180 d.C.)
A
fin de puntualizar la verdad, este Adán es aquel primer hombre modelado, sobre
el cual la Escritura afirma que Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen
y semejanza» (Génesis 1:26). Todos los demás descendemos de él. Y, como
provenimos de él, por eso llevamos también su nombre. Y si se salva el ser
humano, entonces es preciso que también se salve el primero que ha sido
modelado. (Ireneo -180 d.C.)
Adán
mostró su arrepentimiento con su cinturón, al ceñirse con hojas de higuera.
Habiendo muchos otros tipos de hojas que podían lastimar menos el cuerpo, sin
embargo, movido por el temor de Dios, tejió un cinturón digno de su
desobediencia (Génesis 3:7-10). De esta manera, reprimía el impulso de la carne
que le había hecho perder el modo de ser y la ingenuidad del niño para volver
su mente al mal. Se revistió con un freno de continencia que también compartió
con su mujer, pues temía a Dios y esperaba su venida, como si quisiera decir:
«Puesto que por la desobediencia he perdido el vestido de santidad que recibí
del Espíritu, reconozco merecer este vestido que no produce ningún placer, sino
que me muerde y lastima el cuerpo». Y de su parte siempre se hubiera humillado
llevando ese vestido, si el Señor misericordioso no les hubiera dado túnicas de
pieles en lugar de sus hojas de higuera. (Ireneo -180 d.C.)
Los
herejes nos presentan la cuestión de si Adán fue creado perfecto o imperfecto.
Porque si lo fue imperfecto, ¿cómo puede ser imperfecta la obra de un Dios
perfecto, y más aún tratándose del hombre? Pero si era perfecto, ¿cómo traspasó
el mandato? Nuestra respuesta es que no fue creado perfecto en su constitución,
pero si dispuesto para recibir la perfección. Hay cierta diferencia entre tener
capacidad para la virtud y poseerla. Dios quiere que nos salvemos por nosotros
mismos, pues ésta es la naturaleza del alma, la de poder moverse por sí misma…
todos, como he dicho, están hechos para alcanzar la virtud. Lo que sucede es
que unos se entregan más, y otros menos al aprendizaje y a la práctica de la
misma. (Clemente de Alejandría - 195 d.C.)
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