jueves, 17 de agosto de 2023

Policarpo (VIII - XIV)

VIII. Perseveremos, pues, continuamente en nuestra esperanza, y en las arras de nuestra justicia, que es Jesucristo, "el cual llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero" [1 Pe. 2:24], "el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca" [1 Pe. 2:22] sino que todo lo sufrió por nosotros, para que vivamos en él. Seamos, pues, imitadores de Su paciencia; y si sufrimos por amor a su nombre, glorifiquémosle. Porque Él nos ha dado este ejemplo en Sí mismo, y nosotros hemos creído que así es.

IX. Por tanto, os exhorto a todos a que obedezcáis la palabra de justicia y a que ejerzáis toda la paciencia que habéis visto ante vuestros ojos, no sólo en el caso del bienaventurado Ignacio, de Zósimo y de Rufo, sino también en otros que han venido a vosotros, así como en el mismo Pablo y en los demás apóstoles. Esto hacedlo con la seguridad de que todos ellos no han corrido en vano, sino en fe y justicia, y que están ahora en el lugar que les corresponde en la presencia del Señor, con quien también padecieron. Porque no amaron a este mundo presente, sino a Aquel que murió por nosotros, y por nosotros fue resucitado por Dios de entre los muertos.

X. Estad, pues, firmes en estas cosas, y seguid el ejemplo del Señor, siendo firmes e inmutables en la fe, amando la fraternidad y tened afecto los unos a los otros, adheridos a la verdad, mostrando la mansedumbre del Señor en vuestro trato mutuo, y sin despreciar a nadie. Cuando podáis hacer el bien, no lo demoréis, porque "la limosna libra de la muerte" [Tobías 4:10; 12:9]. Estad todos sujetos unos a otros "teniendo vuestra conducta irreprensible entre los gentiles" [1 Pe. 2:12] para que recibáis alabanza por vuestras buenas obras, y el Señor no sea blasfemado en vosotros. Pero ¡ay de aquel por quien el nombre del Señor es blasfemado! [Isa. 52:5] Enseñad, pues, sobriedad a todos, y manifestadla también en vuestra propia conducta.

XI. Estoy muy apenado por Valens, que una vez fue presbítero entre vosotros, porque valora tan poco el lugar que se le dio en la Iglesia. Os exhorto, pues, a que os abstengáis de la codicia, y a que seáis castos y veraces. "Absteneos de toda forma de maldad" [1 Tes. 5:22]. Porque si un hombre no puede gobernarse a sí mismo en tales asuntos, ¿cómo podrá ordenárselo a los demás? Si un hombre no se guarda de la codicia, será contaminado por la idolatría, y será juzgado como uno de los gentiles. Pero ¿quién de nosotros ignora el juicio del Señor? "¿No sabemos que los santos juzgarán al mundo" como enseña Pablo? [1 Cor. 6:2] Pero yo no he visto ni oído tal cosa entre vosotros, entre los cuales trabajó el bienaventurado Pablo, y de quienes se hace el elogio al principio de su Epístola. Porque él se jacta de vosotros en todas aquellas Iglesias que entonces eran las únicas que conocían al Señor; pero nosotros (de Esmirna) aún no le habíamos conocido. Por lo tanto, hermanos, estoy profundamente apenado por él (Valens) y su esposa ¡a quienes el Señor les conceda verdadero arrepentimiento! Sed, pues, moderados en este asunto, y "no los tengáis por enemigos" [2 Tes. 3:15], sino llamadlos de nuevo como miembros débiles y descarriados, para que salvéis todo el cuerpo de vosotros. Porque obrando así os edificáis los unos a los otros.

XII. Porque confío en que sois muy versados en las Sagradas Escrituras, y que nada se os oculta; pero a mí todavía no se me ha concedido este privilegio. Se declara entonces en estas Escrituras: "Airaos, y no pequéis" [Sal. 4:5], y: "Que no se ponga el sol sobre vuestro enojo" [Ef. 4:26]. Dichoso el que recuerda esto, lo cual creo que es vuestro caso. Pero que el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, y Jesucristo mismo, que es el Hijo de Dios, y nuestro eterno Sumo Sacerdote, os edifique en fe y verdad, y en toda mansedumbre, dulzura, paciencia, longanimidad, tolerancia y pureza; y os dé suerte y parte entre sus santos, y a nosotros con vosotros, y a todos los que están debajo del cielo, que creerán en nuestro Señor Jesucristo, y en su Padre, que "le levantó de los muertos." [Gal. 1:1] Orad por todos los santos. Orad también por los reyes, y potentados, y príncipes, y por los que os persiguen y os odian [Mt 5:44], y por los enemigos de la cruz, para que vuestro fruto sea manifiesto a todos, y seáis perfeccionados en Él.

XIII. Tanto tú como Ignacio me escribisteis que, si alguno fuera a Siria, llevase consigo vuestras cartas; petición que atenderé si encuentro ocasión propicia, ya personalmente, ya por medio de algún otro que actúe por mí, para que se cumpla vuestro deseo. Las cartas de Ignacio escritas por él a nosotros, y todo el resto de sus cartas que hay en nuestra posesión, os las hemos enviado, como pedisteis. Se adjuntan a esta carta, y por ellas podéis ser grandemente beneficiados; porque tratan de la fe y la paciencia, y todas las cosas que tienden a la edificación en nuestro Señor. Cualquier información más cierta que hayáis obtenido acerca del mismo Ignacio y de los que estuvieron con él, tened la bondad de hacérnosla saber.

XIV. Estas cosas os he escrito por medio de Crescens, a quien hasta el presente os he recomendado, y os recomiendo ahora; porque ha actuado intachablemente entre nosotros, y creo que también entre vosotros. También les recomiendo su hermana cuando llegue a vosotros. Estad perfectos en el Señor Jesucristo. Que la gracia esté con todos vosotros. Amén.

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